Historias argentinas (III).
Juli Gutièrrez Deulofeu
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«El fracaso de la Argentina, tan rica, tan subpoblada, con veintitrés millones de habitantes en una superficie de más de dos millones de kilómetros cuadrados, es uno de los misterios de nuestro tiempo».
V. S. Naipaul.
«Vengo de un país triste».
Jorge Luis Borges.
Alexandre Deulofeu fue definido a la largo de su existencia de diferentes maneras. Una de las más acertadas según mi punto de vista es la que la califica como «incomparable excitador de ideas». A lo largo de su extensa obra se hace patente una paradoja sustanciosa. La controversia, presente siempre y contradictoria, en desacuerdo con el pensamiento oficial, académico, generalizado.
Según Deulofeu, las ideas básicas que han presidido todos los estudios históricos desde que la historia decide denominarse ciencia, han llevado a unas conclusiones que convierten la historia humana, el devenir en un verdadero caos. De hecho, la historiografía moderna no nace con la perspectiva, con el deseo de obtener una visión global de mundo, sino como consecuencia de los miedos, de las preocupaciones particulares.
Durante las últimas décadas del siglo XVIII las revoluciones francesas alertaron a los alemanes. En sus territorios los focos revolucionarios estaban esperando la mecha que los encendiera. En la intelectualidad alemana se despierta la idea, el anhelo de materializar una conciencia nacional, una fuerza de cohesión capaz de aglutinar a las nuevas fuerzas sociales que se estaban asentando.
En Alemania se escribía una historia particularista o cosmopolita pero no se escribía una historia de la nación alemana. Los pensadores alemanes se miran en el espejo de las realidades nacionales, en esos momentos ya estatales que dominan Europa. Encontramos aquí el primer gran error del proceso historiográfico europeo. Asimilar, todas y cada una de las distintas realidades «nacionales» de la geografía europea. No debe extrañarnos que, partiendo de una premisa errónea, de unos cimientos mal calculados, el edificio historiográfico occidental sufra todo tipo de defectos estructurales, de tal modo que el resultado final no satisfaga ninguna expectativa y no haya sido capaz de responder nunca a ningún interrogante.
Sin entrar en más detalles, en Alemania aparece en esos momentos un movimiento que se denominará «positivismo histórico», imitado por la «Escuela de Chartres» francesa. A grandes rasgos, junto a un estudio minucioso y crítico de la documentación histórica legada por el pasado, buscaban datos económicos, demográficos, institucionales. No pondremos en duda los logros alcanzados por los historiadores decimonónicos del siglo XIX, pero quien sí los puso en cuarentena fueron sus sucesores. Durante el periodo de entreguerras aparecerá un nuevo movimiento y lo hará en torno a la revista «Annales d’Histoire Économique et Sociale». Es la denominada nueva historia, un intento de globalizar el proceso histórico, dando gran importancia a la economía y a la sociología, haciendo un llamamiento a la multidisciplinaridad, y en la que la influencia del pensamiento marxista no era en absoluto ajena. Es el momento de la Historia Total, revisada y criticada a su vez por sus sucesores. Y de ella al cuantitativismo, la cliometría y la «social history».
Este es el entorno, la herencia, las influencias, las contradicciones a las que debe enfrentarse Deulofeu cuando decide iniciarse, sumergirse en el estudio de la historia, y las conclusiones a las que llegará no serán precisamente halagüeñas.
Deulofeu pretende demostrar que las premisas que rigen y han regido el desarrollo de los pueblos, de las naciones, de los estados, en definitiva de la vida de las colectividades y de la vida individual a lo largo de los tiempos, han sido y son totalmente equivocadas. Que se ha creído ver disonancias donde hay armonía perfecta, libertad de acción donde hay determinismo, caos donde rige un orden perfecto, ¿progreso? donde no lo ha habido, donde no lo hay.
Es esta diferente manera de ver la historia la que le permitirá a Deulofeu contemplar la realidad argentina, la realidad del cono sur americano con otros ojos. Buscando bajo la epidermis de los acontecimientos cotidianos, de la noticia fugaz, de lo anecdótico, insustancial y temporal, Deulofeu encuentra las señales que le indican que es precisamente en la Argentina donde ya se ha iniciado un gran proceso creador y una nueva cultura, promisorio proceso vital que ha tenido lugar en el seno de una sociedad muy peculiar, por muchos motivos destacada entre todas como aquella poseedora de las mejores posibilidades para constituirse en punto de referencia para otras culturas.
Imagino el escepticismo de algunos, la esperanza de otros, la credulidad de unos pocos y muy probablemente la total indiferencia de una gran mayoría, en exceso preocupada por la muy lógica, loable y comprensible necesidad de sobrevivir a lo cotidiano e inexcusable. Pero este proceso evolutivo, durante tanto tiempo inadvertido, deja de serlo y sólo, y solamente ustedes serán, si quieren y pueden, capaces de cambiar el destino de la cansada Humanidad. Este es el gran reto de Deulofeu.
Encabeza este capítulo una reflexión del premio Nobel V. S. Naipaul. El fracaso argentino que menciona no es más que un estadio momentáneo, propio de todas las culturas en su camino de evolución inconsciente. No ha hecho, hasta el momento la Argentina, nada que no se haya repetido hasta la saciedad a lo largo de la historia. No ha hecho nada de lo que deba arrepentirse, nada peor ni mejor que lo realizado por el resto de los pueblos a lo largo de su historia particular, y colectiva. En definitiva de sus historias, historias de los pueblos, de las civilizaciones, de los individuos. Hasta aquí afirmamos que no hay nada nuevo bajo el Sol. Pero volviendo a lo dicho, está en sus manos cambiar el destino de la Humanidad, porque por primera vez una sociedad, una civilización conoce el mecanismo del proceso evolutivo de los pueblos y sólo su conocimiento puede convertir una senda difícil y caprichosa en la mas bella de las vías hacia el discernimiento de uno de los arcanos más bien guardados. Lo veremos, lo demostraremos a la largo de este viaje alrededor del pensar de Alejandro Deulofeu.