Del polifónico imaginario de Alexandre Deulofeu (II).
Catalunya i Alemanya: els fonaments de l’Europa futura.
Juli Gutièrrez Deulofeu
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Libertad + igualdad. Una ecuación de difícil (pero no imposible) solución.
Diciembre. El solsticio, los días fríos, brillantes, cortos. El fin del ciclo estacional y otra vez allá mismo. Lo llamaríamos el eterno retorno. Estamos acostumbrados y de esta manera la excusa se repite. Año nuevo vida nueva, nuevos propósitos, mejores intenciones, pero al fin y al cabo, año nuevo, y vida, la de siempre.
Des del alba de las primeras civilizaciones la Humanidad ha ido buscando respuestas a dudas que también se han repetido a lo largo de la historia, vestidos, disfrazados si quieren de peregrinas ideas progresistas, que lo único que hacen es esconder la incapacidad de encontrar, ya no las respuestas adecuadas, sino tan sólo respuestas originales y fruto del libre pensamiento. Y como más avanzamos, materialmente, cuando más grandes son –relativamente hablando, y aplicados a una minoría acomodada– los avances científicos y tecnológicos paralelamente se convierte más agobiante la presión del aparato estatal sobre una sociedad miedosa e incapaz de expresarse, de valerse por sí sola. Al tiempo que el número de desheredados aumenta escandalosamente, mucho más si como tanto gusta hoy en día consideramos la situación a nivel global. Exactamente, el gran éxito de nuestra civilización será, si no ponemos remedio bien pronto, la globalización, si, pero de la miseria. Los síntomas son inequívocos y los vemos escondidos tras leyes y ordenanzas sociales, escuchas telefónicas o haciendo crecer la altura de los muros que separan el primer mundo del resto. Muros tan altos como las torres de alta tensión de la MAT que permitirán exportar a Marruecos las peligrosas centrales nucleares que tanto estorbo nos causan. Ciertamente la dinámica social occidental de los últimos siglos nos habría de poner los pelos de punta, y paralelamente el «pasotismo» de la colectividad crece al mismo ritmo que la vorágine consumista. Como si de esta manera los problemas reales quedasen difuminados, de tan escondidos, olvidados. Y así olvidamos los pobres, como decía Salvat-Papasseit, en su Nadal (Navidad), el más humano de todos los poemas navideños.
Alexandre Deulofeu supo predecir la llegada del otoño de nuestra civilización occidental. ¿Cómo? Sencillamente, aplicando la lógica comparativa, quizá poco científica, pero de una gran eficacia. De hecho, sería interesante revisar un día el sentido actual de conceptos como razón, ciencia, justicia, igualdad, etc. y muy probablemente comprobaríamos que sus significados originales han sido manipulados en pro de unas minorías ilustradas ansiosas de mantener sus miserables parcelas de poder. Pero no nos desviemos del tema. Los ciclos históricos de Deulofeu reproducen a gran escala el círculo ontogénico de la vida y la muerte. Las civilizaciones, los grandes procesos culturales, los imperios, nacen, crecen, llegan a su madurez, decaen y fatalmente se hunden. Y se hunden del todo. Actualmente desde el mundo académico y científico han surgido voces que aceptan esta realidad, sobre todo aplicada al ascenso y caída de las grandes potencias. Y buscan razones y causas en la esfera de la producción de la vida material, pero seguidamente y bien aprisa, no fuese caso, advierten que cada caso ha de ser estudiado en el marco de su individualidad histórica. Deulofeu, evidentemente, participaba de estas razones, pero, advertía que la decadencia final de las sociedades hacía falta buscarla en otro ámbito. Le gustaba hablar de energías creadoras, de hecho, es importantísimo tener claro que las ordenadas de les gráficas de Deulofeu, muestran la evolución de estas energías. Crecen las energías internas de los hombres como individuos, pero sin que el hombre se dé cuenta. Sencillamente goza de un estado interno que él no ha creado, pero que lo aplica a mejorar su vida material, a realizar empresas impensables en todos los ámbitos, político, artístico, filosófico, musical. Y esto coincide con lo que Deulofeu denominaba periodo de fragmentación demográfica, 650 años. Pero en este camino el hombre descuida el cultivo de su parte interna, a medida que avanza materialmente arrincona su parte espiritual, el ser humano se convierte en el centro del universo, hasta que deviene la debacle. Miquel Ángel es el ejemplo. Lo sufrió en sus propias carnes, o mejor dicho en su alma. Desde Dante hasta a él mismo Italia vivió un estallido artístico excepcional que coincidía con avances en todos los campos del pensamiento y de la ciencia, pero que ya no había de tener continuidad. La ola de unificación imperial que desde la península Ibérica se extendía por Europa llamaba a las puertas de Roma. Carlos V quería la corona de emperador en su testa y el Papa Clemente VII se entestaba en crear un poderoso Estado secular en Italia y creaba la Liga Clementina o Liga Santa de Cognac. Carlos V decidió saquear Roma, el Papa se quedaba sin poder y se vio obligado a coronar emperador y rey de Italia al de Habsburg. Toda la estructura social sobre la que reposaba el arte humanista del Alto renacimiento fue aniquilada. El equilibrio social, la seguridad en el devenir, en un proceso continuado de progreso se tambaleó. Los hombres vieron como la existencia de la Iglesia católica así como de toda la sociedad italiana estaba amenazada. A partir de aquel momento la mano de Miquel Ángel empezó a temblar. En su Juicio Final la belleza física ya había dejado de interesarle, ya solamente era un medio que servía para expresar, comunicar su estado espiritual. Muchas cosas habían cambiado, ya nunca más nada sería igual. Hacía falta, en definitiva, asumir las miserias humanas.
Y es que la falta de conciencia de la población, quiero creer que en todo momento siempre hay alguno que es lúcido, provoca el declive que se origina en el enfrentamiento de las fuerzas negativas: egoísmo de unos, de los que tienen más y que no tienen nunca suficiente, versus la envidia del que no tiene, y que se da cuenta que cada vez tendrá menos. El caos se anuncia, las ciudades libres quieren eludir esta situación, pero no saben como. Ya solamente aspiran a mantener el orden, sacrificando incluso su libertad. Es entonces cuando la ciudad pierde su función, cuando aparece el dictador, el imperio. Cuando la fuente creadora se desvanece y se inicia un sueño de siglos, un largo invierno. El espíritu humano se adormece. Hará falta volver a empezar, una vez más. Las veces que hagan falta hasta que seamos capaces de resolver una ecuación de difícil solución, una ecuación que frecuentemente parece que muy pocos realmente quieran…, ¿queramos? que se resuelva: IGUALDAD + LIBERTAD.
Juli Gutièrrez Deulofeu.
Publicado al Setmanari de l’Art Empordà (Semanario del Alto Ampurdán).
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