Avui. Jueves, 23 de Noviembre del 2006. Cultura y Espectáculos. Página 42.
Sant Pere de Rodes, crónica de un desastre.
El Museo Marès reúne los restos más relevantes y relata la historia de la triste destrucción del riquísimo patrimonio artístico del monasterio.
Ignasi Aragay. Barcelona.
A lo largo de las últimas dos décadas, el monasterio de Sant Pere de Rodes ha pasado de ser una ruina romántica a convertirse en un monumento restaurado. Pero, a pesar de ello, y más allá de la espectacularidad del edificio y del privilegiado enclave, al público le resulta difícil –por no decir imposible– hacerse una mínima idea de la riqueza artística que el cenobio lució en su plenitud románica. No en vano es bien poco lo que quedó de la obra del genial Maestro de Cabestany. Y todavía menos lo que se puede ver in situ.
Una parte de este patrimonio disperso y desmenuzado es el que ahora se puede ver reunido en el Museo Marès, depositario de la pieza más importante del legado escultórico de Sant Pere de Rodes: el famoso Relieve de la aparición de Jesús a sus discípulos en el mar (s. XIII), obra del Maestro de Cabestany. Este fragmento de la portalada del monasterio fue comprado para el museo por suscripción popular a finales de los años 50: contribuyeron desde el vizconde de Güell hasta Oriol Bohigas. La pieza es el punto de partida de la exposición, que a través de capiteles, columnas y otras obras se adentra en un relato de destrucción y expoliación que tiene el contrapunto en el coleccionismo como salvación.
Según Eduard Riu-Barrera, comisario de la exposición y responsable de la restauración de Sant Pere de Rodes, a partir del abandono del monasterio por parte de los monjes en 1897 las causas del desmantelamiento del edificio fueron la búsqueda del tesoro del monasterio –aparecido finalmente hace pocos años durante la restauración y excavación del conjunto–, el reaprovechamiento del mármol y la piedra –los mismos monjes dieron la concesión a contratistas ya a principios del XIX–, la salvaguarda para uso devoto y finalmente la valoración del románico, que llegó cuando ya era tarde.
«La portalada, toda de mármol, debía de ser excepcional, de una calidad escultórica muy superior a la de Ripoll», afirma Riu-Barrera. En el monasterio se conservan centenares de fragmentos trinchados. Excepción de algunas piezas en el Museo de Cluny (Francia) y en los EUA, la mayoría están repartidos por museos, iglesias y colecciones particulares catalanas, a menudo en el Ampurdán. En el MNAC no hay nada.
La fortuna de unas obras,
Museo Marès. Plaza Sant Iu, 5. Barcelona. Hasta el 29 de Abril del 2007.
Detalle del fragmento del relieve más conocido de la portalada del monasterio, obra del Maestro de Cabestany / Jordi Play.