El Punt. 23 de agosto del 2005. Opinión. Punto de vista.
La escalera catalana.
Sergi Turiella Gómez.
Sant Boi de Llobregat (Baix Llobregat).
Gracias a un artículo publicado a El Punt el día 20 de Agosto, de Josep Maria Uyà, doctor en filología hispánica que se titula «L’Estatut passa consulta» («El Estatuto pasa consulta»), me vino a la cabeza esta respuesta a sus preguntas que se adaptan tan bien a la imagen de una escalera, que de hecho es donde siempre estamos. Los catalanes somos como nuestro país, va del llano y la mar hasta la montaña. Y lo digo porque muchas explicaciones de nuestro carácter se pueden hacer así. Tenemos una escalera en la vida, y cada peldaño nos permite poner el pié y descansar, esperamos un tiempo, y después levantamos el otro pié para plantarnos en un escalón más alto. Eso que digo se parece a la escalera de Jacob, o a la escalera que nos descubrió el admirado Francesc Pujols. No inventó ninguna religión, sencillamente supo recoger y transmitir el alma de los catalanes. Por eso, él decía que era una religión sin ritos, que es el alma. Así hacemos servir este dibujo tan sencillo de las dos líneas, que representan la vida o el río de la vida, con sus riberas, como son el nacimiento y la muerte que es el nacimiento en otra vida. Y en medio de estas líneas encontraremos los griegos, con aquellas rectas que se enroscan, que expresan su vida como la ola que avanza y retrocede un poco, como los dos pasos adelante y uno atrás, que nos sirven para ir siguiendo. Aspecto que recogió Alexandre Deulofeu en su Matemática de la Historia. Esta armonía que representamos en nuestra vida diaria. Y en medio también encontraremos alrededor de los vestidos de Nuestro Señor y de la Madre de Dios, en este románico cristiano tan profundo, que en medio del río de la vida encontraréis estos círculos redondos que son como las velas en medio de la oscuridad que emiten luz, y así nosotros somos como esta pequeña luz que brilla, y que también nos señala aquellos momentos intensos en que estamos cerca de Dios. Por eso, ahora que se habla tanto del nuevo estatuto, solamente puedo sonreír. Porque si estamos descansando con un pié en el escalón, y no podemos ponerlo en el siguiente, estoy seguro que haremos servir el otro pié para caminar más arriba. Hasta donde nos llevará esta escalera, no lo sé, pero seguro que nos llevará a algún lugar.