El reloj de la historia.
Juli Gutiérrez Deulofeu
En el año 1978 nacía el Setmanari de l’Alt Empordà (Semanario del Alto Ampurdán). En el año 1978 moría Alexandre Deulofeu. Hoy, año 2008. 30 años, apenas un suspiro. ¡Pero menudos años! Son los años de la confirmación de un hecho indiscutible. Tan poco científico, desde el punto de vista de la lamentable ortodoxia académica como quieran, pero son los años que demuestran aquello que el malogrado Brunet había dicho hace más de 50 años: «Deulofeu sin duda le ha tomado el pulso al reloj de la historia».
A finales del año 1978, el día 6 de diciembre, pocos días antes del fallecimiento de Deulofeu, los españoles aprobaban la Constitución del consenso. Hacía cuatro días el dictador había muerto y el Estado español daba aparentemente un golpe de timón. Una apariencia que se convertía en realidad cuando unos meses más tarde, el 25 de Octubre del 1979, el «sí» al estatuto devolvía la autonomía a Catalunya. En Euskadi el referéndum celebrado bajo una intensa lluvia también legitimaba el Estatuto de Guernica. El número de votos favorables alcanzó en ambos casos el 90%. Un 60 por ciento de ciudadanos catalanes y vascos desafiando la climatología fueron a votar. Alguna cosa comenzaba a cambiar. Pero probablemente más en las formas que no acaso en el fondo. Si efectivamente el gobierno español se inventaba aquello del «café para todos» y tan contentos. El agravio hacia Cataluña continuaba y se disipó una vez más la posibilidad de avanzar hacia otras formas de autogobierno. A pesar de todo, España continuaba siendo España y la vieja tradición de los «pronunciamientos» había de volver a ser presente. El 23 de Febrero del 1981 el teniente coronel Tejero ocupaba el Congreso y en Valencia el capitán general Milans del Bosch sacaba los tanques a la calle. A la una y catorce minutos de la madrugada del día 24 el rey Juan Carlos desautorizaba cualquier acción contraria a la legalidad vigente. Hizo caso a la llamada de su padre, que le recordó que si no hacía alguna cosa podría perder la corona. El país se apaciguó y el PSOE aprovechaba la deteriorada situación para alcanzar el poder. La progresía llegaba al poder y de su mano ingresábamos en la OTAN. También en Junio de 1985 España firmaba el tratado de adhesión a la CEE. Asumía de esta manera el desafío de su modernización. Integración en una estructura supraestatal que se está demostrando totalmente errónea. Porque, ¿dónde quedan las naciones?. Sin duda ha llegado la hora de finiquitar al Estado, si no la idea de Europa no cuajará. Pero de esto hablaremos más adelante. ¿España se modernizaba?. Quizá sí, pero continuaba siendo incapaz de parar la violencia de ETA que continuaba atemorizando al Estado y éste, en un prodigio de democracia, se inventaba los GAL. Pero claro que, años más tarde, hasta ahora mismo se dedicará a ilegalizar partidos. ¡Viva la Democracia! Y de esta manera en un ir y venir de derechas a izquierdas hemos llegado al año 2008 y yo, pienso, que quieren que les diga, que no sólo estamos allá mismo sino que estamos un poco peor. El augurio deulofeuniano se vuelve otra vez terriblemente eficaz. España no va bien. Pero alguno ha conseguido lo que quería: dividir las comunidades históricas, es decir, las naciones vernáculas en dos bandos irreconciliables. La lucha por las banderas justamente empieza, no solamente aquí sino en toda Europa. nos acercamos a una crisis económica de considerables dimensiones, escondida por los dirigentes estatales. Alguna cosa, un ciclo se acaba. Por tanto indefectiblemente ha de empezar uno nuevo.
Europa cambiaba. Comenzaba a agrietarse el comunismo. Lo hacía en Polonia con la aparición de Lech Walesa. Y con la muerte de Tito se anunciaba la tragedia de los Balcanes. Todo esto pasaba en el año 1980. Y en el 1985 aparecía Mihail Gorbachov y, con él, la Guerra Fría comenzaba a terminarse. Le acompañaban nuevas palabras: «Glasnost» y «Perestroika». El Presidente americano Ronald Reagan se frotaba las manos. La URSS claudicaba, ya solamente quedaba una gran potencia. Esto se demostraría unos años más tarde cuando el Ejército Rojo tuvo que retirarse de manera vergonzosa de Afganistán. El descalabro se anunciaba aquel Domingo 15 de Mayo del 1988. Otra vez un pueblo de pastores derrotaba a un imperio en crisis. A un imperio y a una concepción filosófica. El comunismo ya no se sostenía. Si espectacular fue la ejecución de Ceaucescu en Rumanía, más importante por definitiva fue la reunificación alemana. El muro ya no existía y se iniciaba una nueva página en la historia de Europa. Alemania, la nueva Alemania, ocupaba el espacio que la URSS estaba a punto de dejar en la Europa Central. En este momento los analistas políticos quedaron bien retratados. Se frotaban las manos con sus lamentables análisis políticos cuando en Tiananmen los estudiantes hicieron su aparición. Todo el mundo afirmaba que el comunismo chino continuaría el camino iniciado en la URSS. La rebelión duró poco. El tiempo de autorizar una nueva carnicería. China prescindía de la opinión internacional. Nada a ver Pequín con Moscú. Deulofeu lo sabía. Los doctos analistas todavía no entienden que pasó. De esta forma la década de los 90 confirmaba las previsiones políticas de Deulofeu. Alemania volvía a estar unida y la URSS, el último imperio multinacional, veía como todo se terminaba. El premio Nobel de la Paz enviaba los tanques a Lituania en un intento desesperado por detener aquello que era inevitable. Sí, Lituania, Georgia, Bielorusia, Ucrania, Rusia, liquidaban la URSS. Gorbachov dimitía y Boris Eltsin se erigía en el nuevo líder del país cuando fue capaz de movilizar, con una botella de vodka en cada mano, a 20.000 personas que rodearon el edificio del Parlamento y de esta manera parar el golpe de estado y evitar consecuentemente una sangrante carnicería. Hoy, Eltsin todavía espera su Nobel de la Paz. Paralelamente, la fragmentación de Yugoslavia originaba la tragedia balcánica. Ya nada volvería a ser igual.
Treinta años sin Deulofeu. Treinta años que han cambiado la faz de Europa, que nos permiten asistir al nuevo reparto de poderes para establecer el nuevo orden internacional que ha de implantarse. Europa se debate entre dos concepciones aparentemente contradictorias. La Europa Unida y la desintegración de los Estados. Esta es la única realidad posible. Europa solamente existirá alrededor de la Alemania reunificada, pero lo hará asistiendo a la defunción de los viejos estados nacidos con la modernidad y con la reaparición pública de las naciones vernáculas. Que entienda quien quiera. Leed a Deulofeu. Hoy me falta espacio. Pero no solamente la acertó en Europa. Los EUA continúan su camino hacia la autodestrucción. Un país que basa todo su crecimiento económico, todo su futuro en la industria de guerra y en la restricción de las libertades individuales, acentuada dramáticamente después del triste espectáculo del 11-S. Un país que ve como alrededor del presidente venezolano Hugo Chavez se está formando una fuerza, la Gran Colombia bolivariana, que la ha de sustituir en un futuro próximo en aquella área geográfica. Y una poco más abajo, el futuro de la Humanidad, la esperanza, el faro del mundo. La Argentina, primero, pero también Uruguay y Brasil. Los verdaderos países emergentes. Acaso no estas dos civilizaciones caducas y salvajes que son la China y la India. Países superpoblados que basan su crecimiento económico en la esclavitud, eso sí, con la connivencia de las potencias occidentales. Dos civilizaciones que llevan en su interior el germen de su destrucción. La Ley de la Historia es inexorable. Lo decía Pujols: «cuando cae, cae».
Treinta años y un futuro… qué futuro. Vivimos en el mundo occidental, nuestro mundo, la época de máxima despersonalización del ser humano. Éste, renuncia a sus prerrogativas y pide un aparato administrativo que le haga todo el trabajo. La burocracia, sí, podéis leer el chiste fácil «la burrocracia», coge el papel relevante y de su mano nos arrastra a la más grande de las miserias. Y ahora cuando el año finiquita, ahora, la terrible crisis financiera se hace dueña y señora. Asistimos al fin de los tiempos. Efectivamente asistimos des de un sitio de privilegio al fin de una era, de una manera de entender la vida. Cuando el Imperio Romano claudicó toda Europa se resintió. Se inició un sueño de siglos del que solamente se despertó cuando alguna cosa hizo que la alma catalana, el vernaculismo latente volviese a aparecer. Y Cataluña, concretamente El Ampurdán, inició un camino, una aventura que si no ponemos remedio está viviendo sus últimos episodios. La Cataluña perpleja se hace preguntas y no encuentra las respuestas…, respuestas que solamente encontrará cuando abandone la perplejidad y se enfurezca de verdad, sin complejos… respuestas que pasan por aceptar que todos y cada uno de los ciudadanos de este país, han de coger las riendas de su vida, individualizarla y constituirse en soberano, hacerlo a pesar que ello implique, y ya sería hora, que la actual clase política, protectora mayoritariamente de incapaces, acientíficos, incultos, coja las maletas y nos deje tranquilos de una vez… que ya nos sabemos tutelar, que ya estamos hartos de pagar una y otra vez los platos rotos de su incompetencia. Pero veréis, ahora viene Navidad y es el momento de pedir deseos. De no perder la esperanza. Podría pedir muchas cosas. Pero pensando en clave territorial, muy próxima… pienso en la gente de Tarragona y Reus que se han de desplazar no sé cuantos kilómetros para coger el AVE, a los que les cuesta más caro el taxi que los billetes del tren. Tarragona y Reus se han quedado fuera del proceso civilizador y del camino del progreso. Y yo no quiero que a los figuerenses nos pase lo mismo. Yo espero que de aquí 30 años Figueres viva una magnífica época de esplendor, estrenando la independencia de Cataluña y cogiendo el AVE en el justo centro de la ciudad y presentando el Castillo de San Fernando como el gran Museo de la Paz, como el centro más importante dedicado a la Paz del Mundo, y no como este miserable museo de la guerra, del terror y del miedo que la infumable ministra de «La Guerra» nos quiere endilgar… o la prisión… o el destrozo del territorio… Que todos entendamos lo que podamos o queramos. Pero este es el demoledor mensaje de Alexandre Deulofeu. O cogemos las riendas de nuestras vidas, ejerciendo de auriga platónico o los caballos que arrastran nuestro carro no nos permitirán recuperar las alas de gloria, las que nos han de llevar a todos de una puñetera vez hacia el cielo. Y si puede ser con una sonrisa, burlesca, como buenos ampurdaneses. Que tengan un buen año.
Juli Gutierrez Deulofeu.
Mas Deulofeu, Noviembre del 2008.
Publicado en el Setmanari de l’Alt Empordà (Semanario del Alto Ampurdán).