Avui. Jueves, 5 de diciembre del 2002. Cultura y espectáculos. Página 41.
Aparecen en el Archivo de Salamanca libros de la biblioteca privada del historiador y político.
Ignasi Aragay
.
F. Calvet, A. Rovira (hijo), S. Bonet, T. Rovira y A. Rovira i Virgili. Andorra (1947).
Barcelona.
Antoni Rovira i Virgili es noticia por doble partida: han aparecido libros que le fueron expoliados en 1939 por las tropas franquistas y salen ahora publicadas sus cartas de exilio (1939-1949). En 1978 Teresa Rovira, hija del historiador y político, recibió una notificación del Archivo de Salamanca en respuesta a una demanda suya en que se interesaba por saber si disponían de los libros de la biblioteca de su padre, que ella sospechaba que habían ido a parar en aquel depósito de la represión. La respuesta del Archivo fue negativa. «Lo dejé estar. Anteriormente ya había hecho gestiones ante Ricardo de la Cierva e incluso me había entrevistado con el director del archivo, un almirante suficientemente culto. El uno y el otro me reconocieron que posiblemente las cosas del padre estaban allí, pero entendí que lo difícil era encontrarlas, atendiendo el estado de desorden del archivo. Cuando después oficialmente me respondió negando que hubiese nada, me desanimé y ya no hice ninguna gestión más».
Ha habido de pasar casi un cuarto de siglo para que las fundamentadas sospechas de Maria Rovira se confirmasen. Y no precisamente por la labor de los archiveros de la institución, sino por las búsquedas primero del historiador y abogado Josep Cruanyes, y después de un equipo de periodistas del programa 30 minuts (30 minutos) de TV3 formado por Mireia Pigrau, Josep M. Suñer y Manel Raya, autores del reportaje Sense papers (Sin papeles), que se emitirá este domingo.
Cruanyes, de quien en febrero Edicions 62 publicará una documentada crónica de la planificación y ejecución de la expoliación documental practicada en Cataluña en 1938 y 1939, en el curso de la investigación encontró en el Archivo la primera prueba de la requisa practicada en casa de Rovira i Virgili: un ejemplar del libro Catalunya i l’Europa futura (Cataluña y la Europa futura) (1934), de Alexandre Deulofeu, que le dedicaba a su maestro y prologuista Rovira i Virgili. El descubrimiento fue seguido por dos obras más de Carles Riba –Els marges (Los márgenes) (1927), Els sis Joans (Los seis Juanes) (1928)–, con ejemplares también dedicados por el poeta al historiador. Cruanyes, miembro de la Comisión de la Dignidad, ha comprobado que en casa de Rovira i Virgili, la Torre Maria de la calle Marquès de la Foronda, en Horta, los expoliadores estuvieron rebuscando material dos días enteros, el 3 y 4 de abril del 1939, y se llevaron decenas de sacos, muchos de los cuales cargados de libros, pero también de papeles personales, apuntes diversos y documentos oficiales.
5.000 volúmenes.
El mismo Cruanyes asesoró al equipo del 30 minuts. A partir de la pista abierta por él, Mireia Pigrau localizó cinco obras más claramente atribuibles a la biblioteca del personaje, tanto porque constaban dedicatorias personales como porque seguían el sistema de indexación hecho por la misma Teresa Rovira, que, como bibliotecaria, había clasificado los libros del padre: «El verano de 1938 no había nada que hacer, con gran esfuerzo sí se podía ir al centro de Barcelona desde Horta, donde estábamos. Así que me dediqué a catalogar y arreglar la biblioteca del padre, que tenía unos 5.000 títulos, la mayoría de historia contemporánea, teoría política, nacionalidades. Había muchas obras francesas y también, claro, colecciones como Els nostres clàssics (Nuestros clásicos) y la Bernat Metge. A él no le hizo demasiada gracia mi intervención, porque decía que encontraba mejor los libros con su orden».
Tanto Cruanyes como el equipo de TV3 consideran que una búsqueda más sistemática en el Archivo posiblemente permitiría localizar más obras de la biblioteca de Rovira i Virgili.
Antoni Rovira i Virgili.
430 cartas desde Francia.
La abundante correspondencia de Rovira i Virgili durante sus años en Francia, desde el final de la guerra hasta su muerte (1939-1949), sale ahora publicada en Cartes d’exili (Cartas de exilio) (Publicaciones de la Abadía de Montserrat), a cargo de Maria Capdevila, que ha tenido acceso a todos los materiales conservados por Teresa Rovira, la hija. «El libro es una historia de primera mano de la década inicial del exilio político e intelectual», resume Teresa Rovira, mucho más satisfecha de ver este libro editado que no de la aparición finalmente de algunos volúmenes de la biblioteca paterna en el Archivo de Salamanca. «Para los historiadores tienen mucha más trascendencia las misivas», remarca.
Algunos de los corresponsales que más aparecen son Ferran Cuito, Amadeu Hurtado, Lluís Nicolau d’Olwer, Josep Pous i Pagès, Ferran Soldevila, Josep Tarradellas, Carles Pi i Sunyer, Manuel Serra i Moret, Humbert y Víctor Torres, Domènech Guansé, Avel·lí Artís, Artur Bladé, Josep M. Lladó i Nicolau M. y Santiago Rubió i Tudurí.
El libro, de casi 800 páginas, permite ver tanto las divisiones políticas entre los exiliados como la precariedad económica de este colectivo de políticos e intelectuales. En el caso de Rovira i Virgili, llegó al punto que al morir su esposa, en febrero de 1942, no pudo asumir los gastos del entierro.
La política y la escritura –historia, periodismo y poesía– fueron los dos grandes ejes de la actividad de un Rovira i Virgili que tenía como divisa que «ser catalanista es trabajar para Cataluña». A pesar del pesimismo que le fue invadiendo, y que solamente expresaba en las cartas íntimas, nunca dejó de poner su pluma al servicio de la causa de los ideales de libertad y justicia para el propio país. Tanto escribió que, además de las misivas ahora publicadas, ha quedado un numerosísimo material inédito, en especial obras de divulgación de la historia de Cataluña –tanto en catalán como en francés–, pero también estudios literarios y sobre todo mucha poesía, tal como explica Maria Capdevila en la introducción del epistolario.