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Deulofeu y la soberanía catalana

Deulofeu y la soberanía catalana.

Enric Pujol.

La actualidad política de estos últimos tiempos, empujada por una reivindicación de independencia nacional de Cataluña, ha llevado a la discusión pública el tema de quién es el detentor de la soberanía política. Es decir, cuál es el sujeto político que tiene derecho a decidir su propio futuro. En otras palabras: ¿Cataluña puede decidir por sí sola, sin tener que recurrir a la opinión del conjunto de la sociedad española? ¿Cuál es la soberanía válida en estos casos, la del pueblo catalán o la del pueblo español? De hecho, el mismo planteamiento de un «conflicto de soberanías» (en este caso entre Cataluña y España), no deja de ser una prueba evidente del grado de madurez de un pueblo (como el catalán) que ya ha resuelto forma mayoritaria decidir su futuro por su cuenta. Es una evidencia de su mayoría de edad como comunidad nacional.

Esta temática, sin embargo, no es la primera vez que se plantea en nuestra historia reciente. Otro de los momentos en que surgió (y tampoco fue el único) fue durante la discusión del primer estatuto de Cataluña, en el 1931-1932. Entonces también surgieron voces que decían que no sólo podían votar los catalanes en referéndum (tal y como hicieron por abrumadora mayoría), sino que también debían votar, del mismo modo, toda España. En aquellos momentos, el joven Alexandre Deulofeu (1903-1978), desde las páginas del Empordà Federal, hizo (el once de junio de 1932) un artículo muy esclarecedor, que modernamente se ha reeditado en el libro Els darrers mots (Las últimas palabras, 2012). Decía Deulofeu: «Hemos visto expuesto otro concepto absurdo de soberanía. Estos días, en el Parlamento, hay quien ha pedido un referéndum español, para saber si éste quiere dar o no la autonomía de Cataluña, y nosotros en nombre de la soberanía que emana del pueblo, decimos que los pueblos de España no son quienes para dar o dejar de dar la libertad en Cataluña. Es Cataluña solamente quien puede decidir en buen régimen de soberanía popular su propio destino».

La cosa, para Deulofeu, era bien clara. Pero, en su escrito, iba más allá y ya preveía qué hacer en caso de conflicto: «(…) dentro las normas del derecho y de la justicia no podrán imponer un Estatuto en Cataluña. Cataluña, por su parte, podrá aceptar aquellas modificaciones que crea conveniente, y llegado el caso de imposibilidad de comprensión por unos y otros, se impondría, dentro el campo de la libertad y la justicia, una separación política». Ahora hemos llegado a este punto. En aquella ocasión, sin embargo, se llegó a un acuerdo muy precario (ya que fue deshecho por la fuerza de las armas del general Franco). De todos modos, Deulofeu debía ser perfectamente consciente de la fragilidad y de la dificultad del acuerdo catalanoespanyol para que, posteriormente, en su «Matemática de la historia», ya pronosticó para las primeras décadas del siglo XXI una descomposición definitiva del Estado español y la emergencia de una Cataluña libre. Él, sin embargo, no preveía la culminación de este proceso hasta el 2029.

Esperemos que, sin desmentir el fondo de la cuestión, lleguemos a una fecha más cercana. Y que este año 2014 sea decisivo en el camino de nuestra liberación.

Enric Pujol, enero 2014.


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