Los fundamentos científicos de la obra de Deulofeu.
Introducción.
Cuando le comentas a alguien que eres un seguidor de la obra de Deulofeu es muy probable que piense que has perdido el juicio. Me propongo argumentar en este artículo cuales son las razones que me hacen pensar que todavía no lo he perdido. Empecé a leer a Deulofeu en el año 1975 y desde el primer momento me cautivó. En aquellos años Deulofeu todavía estaba vivo y de vez en cuando salía alguna noticia o algún reportaje sobre su obra en algún periódico. Ya se veía que su obra no tenía una gran acogida, su eco mediático era muy limitado y el académico sencillamente no existía. A mí me parecía extraño pensar que no hubiera nadie en el mundo académico que no se lo tomara en serio. Naturalmente, entonces era un joven que todavía tenía que aterrizar en muchos aspectos en el mundo real. Con el tiempo aprendí como funcionaban las cosas y acepté que el destino de su obra sería el olvido.
Alexandre Deulofeu.
Tenía un sentimiento de frustración porque veía que no había habido ninguna crítica de su obra desde el mundo intelectual y académico. Desde mi punto de vista la obra de Deulofeu siempre ha tenido unos fundamentos científicos reales, pero estos no han sido nunca tenidos en cuenta. Es cierto que en los años 70 del siglo pasado el materialismo histórico, como corriente intelectual predominante, tenía unos planteamientos que difícilmente podían encajar con los de la obra de Deulofeu. Los planteamientos estatalistas y geopolíticos tampoco podían encajar con sus teorías. La consecuencia de todo esto: el aislamiento total y absoluto.
No he creído nunca que la matemática de la historia sea una teoría perfecta. Cómo toda obra humana seguro que tiene errores y aspectos que se tendrían que revisar o actualizar, pero la ignorancia a la que ha sido sometida ha impedido que esto ni siquiera se haya intentado. Estoy convencido que hay mucha gente que podría hacer aportaciones a la obra de Deulofeu si estuvieran dispuestos a tener en cuenta sus planteamientos.
Renegar del mundo académico y entrar en lamentaciones no creo que sea una buena estrategia para ayudar a poner la obra de Deulofeu en el lugar que se merece. Prefiero optar por entender los motivos que pueden haber causado esta marginación y a partir de aquí ver que se puede hacer para intentar cambiar esta situación. Dado que estoy convencido que los planteamientos de Deulofeu son válidos, tal como intentaré demostrar más adelante, querría en primer lugar analizar la que, para mí, es la razón principal para dejar de lado a Deulofeu.
Es un prejuicio de tipo filosófico.
El hombre es el dueño de su destino. No podemos entender que haya alguna causa exterior que determine nuestra existencia. Esto es así tanto por los pensamientos basados en alguna religión como por los pensamientos racionalistas. Unos prometen una vida mejor más allá y los segundos una vida mejor aquí mismo, y por estos últimos será la libre acción del hombre quien permitirá obtenerla. Por lo tanto no se puede concebir que la historia de los hombres se pueda repetir o evolucionar de forma cíclica. El Hombre es el dueño de su destino.
Pero no es sólo la idea que la historia se pueda repetir de forma cíclica la que está proscrita del ámbito de la historia oficial, todos los intentos de encontrar regularidades en la macrohistoria son rechazados casi de forma unánime. Bertalanffy en su libro Teoría general de los sistemas planteó las preguntas: ¿Hay leyes para la historia? ¿Es posible una historia teórica? Y la respuesta que da es que si esto es posible tiene que ser en base a una investigación de sistemas fundamentada en el estudio de grupos humanos, sociedades, culturas, civilizaciones o lo que se decida investigar.
Para Bertalanffy la ciencia establece leyes basadas en el hecho que los acontecimientos naturales son repetibles y recurrentes. Pero en cambio, para los historiadores, la historia no se repite. Sólo se ha dado una vez, y se limita a una descripción de los acontecimientos que se produjeron en un pasado más o menos lejano. Podríamos añadir pues la siguiente pregunta: ¿La historia de los hombres se sitúa fuera de los acontecimientos naturales?
Ludwig von Bertalanffy.
Para Bertalanffy la pretensión que la historia es regida por el libre albedrío en sentido filosófico no es sustentada por los hechos.
Vale la pena que nos detengamos unos instantes para resumir las reflexiones de este científico que fue unos de los impulsores de la teoría general de los sistemas. El suyo es un testimonio más que nos muestra como desde otros campos de la ciencia se pueden encontrar personas más abiertas a planteamientos cercanos a Deulofeu. Los siguientes párrafos son un resumen de su pensamiento sobre el tema que nos ocupa. Se podrá ver que las coincidencias son notables.
En un momento dado, la física se erigió en la única realidad otorgada por la ciencia. Y la consecuencia fue el reduccionismo. Todas las ciencias se tenían que fundamentar en las leyes de la física, pero la propia evolución de la física volvió problemático este postulado. A pesar de las dificultades, las otras ciencias fueron incorporando los conceptos científicos básicos y se fueron creando nuevos campos. La ciencia clásica se ocupaba sobre todo de problemas de dos variables o de unas pocas, y las nuevas ciencias, sobre todo en biología y ciencias sociales, afrontaban problemas multivariables que requerían nuevos instrumentos conceptuales. Cómo no habían instrumentos conceptuales adecuados útiles para explicar y predecir, era necesaria una expansión de la ciencia para tratar aquellos aspectos que la física dejaba fuera. Estas nuevas construcciones teóricas son interdisciplinarias y aplicables a diferentes campos. Todo esto hizo ver que se pueden encontrar similitudes entre modelos, principios y leyes que aparecían en diferentes campos. De este modo justifica Bertalanffy la aparición de la teoría general de sistemas para dar respuesta a estas necesidades (Bertalanffy, 2006).
En el ámbito de la historia el problema principal para Bertalanffy es si los modelos y las leyes pueden ser admisibles en la historia. Para él la respuesta tiene que ser positiva a pesar de que son mayoría los que lo niegan. La construcción de modelos conceptuales tiene que ser la base de cualquier interpretación histórica, diferenciada de la simple crónica. Estos modelos tienen que ser evaluados de forma pragmática, en términos de sus valores explicativos y predictivos, y sin tener en cuenta consideraciones a priori sobre si es deseable o sus consecuencias morales (Bertalanffy, 2006).
Bertalanffy continúa exponiendo un hecho singular. Por un lado hay poca objeción contra las llamadas leyes sincrónicas de la sociología, o las leyes diacrónicas, regularidades de desarrollo en el tiempo, que nadie discute (evolución de las lenguas indoeuropeas). Tampoco se discuten los ciclos de vida en el arte griego, la cultura renacentista, o la música alemana. En cambio, cuando este modelo es aplicado a la civilización como una totalidad la crítica se vuelve feroz. Y al final se pregunta porque modelos de las ciencias sociales a menudo tan poco realistas son tema de discusión académica, mientras que los modelos de la historia tropiezan con una fuerte resistencia (Bertalanffy, 2006).
Acabamos este apartado sobre el pensamiento de Bertalanffy con sus palabras:
«Las construcciones históricas, y en especial las teorías de ciclos históricos, parecen tocar en carne viva y despiertan oposición muy superior a la crítica usual de una teoría científica. (…) Esta participación emocional tiene que ver con la cuestión de la «inevitabilidad histórica» y una supuesta degradación de la libertad humana» (Bertalanffy, 2006, 150).
Todos los intentos de crear grandes sistemas como los de Hegel, Marx, Spengler, Toynbee son modelos del proceso histórico. A parte de casos aislados los historiadores no han estado demasiado interesados al construir modelos que expliquen la evolución histórica. Por el lado de la sociología, los sociólogos sí que construyen modelos que representan la sociedad, pero casi siempre son modelos estáticos y referidos al momento en que se realiza el estudio. Los sociólogos explican la estructura de la sociedad actual, los historiadores describen los hechos que nos han traído hasta aquí, pero nadie estudia el cambio social como resultado de la evolución de un modelo. Sólo la sociología histórica lo ha intentado. Podemos destacar en este campo la obra de Charles Tilly y de Norbert Elias. Los dos han elaborado modelos sociales donde la base es la descripción del proceso de cambio. En los dos casos los actores sociales se ven participando en procesos que no controlan, y donde van tomando decisiones para preservar sus intereses más inmediatos.
Charles Tilly.
Las teorías sobre el desarrollo social han tenido siempre un carácter finalista. La evolución se divide en etapas que las sociedades van superando hasta llegar a una etapa final que culminará la evolución. La idea del progreso ha estado detrás de todas estas teorías. En las últimas décadas esta visión ha sido fuertemente criticada por muchos autores, y hoy en día ya son pocos los que las mantienen. Paralelamente algo parecido a sucedido con la visión eurocentrista del desarrollo histórico.
En este punto habrá que aclarar a qué nos queremos referir cuando se habla de repetición o ciclo. En las ciencias sociales demasiado a menudo se utilizan las mismas palabras para referirse a conceptos diferentes y esto comporta males entendidos y que las discusiones se embarranquen en polémicas estériles. Por lo tanto la primera pregunta que nos tendríamos que formular seria: ¿Qué se entiende por repetición de la historia o por evolución cíclica? También se tendrán que dar respuestas a otras cuestiones: ¿Es compatible la libertad del hombre para tomar decisiones con la evolución cíclica?.
Dos de los sociólogos más relevantes del siglo XX, Norbert Elias y Charles Tilly, que cultivaron la sociología histórica coinciden en una idea remarcable. Los Estados nacionales no se han creado a partir de un plan preconcebido, sino que han sido el resultado y la consecuencia de múltiples decisiones tomadas por los actores sociales que solamente perseguían su interés particular. Tenemos aquí el ámbito donde se expresa la libertad individual: el día a día. Podemos prever, anticipar y hacer proyectos, pero esto no está en contradicción con el hecho que en la práctica la mayoría de la gente acabe tomando las decisiones condicionada por las consecuencias inmediatas de sus acciones. Sólo los idealistas pueden hacerlo a la inversa.
El diálogo entre la sociología y la historia siempre ha sido difícil. Los sociólogos han utilizado la historia con el objetivo de validar sus teorías, y los historiadores han usado conceptos extraídos de las ciencias sociales para explicar el cambio social. Pero los reproches entre las dos disciplinas ha sido constantes y no hay un consenso para avanzar de forma conjunta.
Las razones para tener en cuenta a Deulofeu.
Deulofeu situó su estudio sobre lo historia dentro del marco teórico de la misma historia. Pero esta como ciencia social no dispone de un marco teórico sólido, entre otras razones porque no ha estado nunca muy interesada en tenerlo. Dispone sobre todo de herramientas y técnicas de investigación, pero no de modelos conceptuales ampliamente consensuados. Es en el ámbito de la sociología histórica que podemos encontrar los modelos y los conceptos que permiten efectuar debates sobre temas como los que plantea Deulofeu, a pesar de que tampoco existe una unanimidad de criterios y que los debates han sido intensos.
Para desarrollar su explicación sobre los procesos históricos Deulofeu creó sus propios conceptos que le permitieron escribir el guión del que él denominaba el ciclo social. Leída hoy su obra lo tendríamos que situar en el ámbito de la sociología histórica. Esta disciplina, salvo alguna excepción notable, se desarrolló después de la obra de Deulofeu, y en consecuencia no se pudo establecer un diálogo que seguramente habría sido muy fructífero.
Tampoco tenemos que pensar que los autores que han desarrollado la sociología histórica se rendirían sin más a las evidencias de la teoría de Deulofeu. Con toda seguridad no estarían de acuerdo con el postulado de la evolución cíclica, pero es más probable que estuvieran dispuestos a establecer un debate sobre los procesos históricos. De hecho la sociología histórica incorpora el tiempo como un elemento esencial en la comprensión de los procesos sociales. Podríamos decir que es una manera más abstracta de explicar la historia. Los actores principales ya no son los individuos en primera persona, sino categorías superiores como clase, pueblos, economía, naciones, etc. Categorías que son objeto de debate en su definición y en la importancia que puedan tener como factores explicativos.
Entre los historiadores, Fernand Braudel, es de los pocos que ha planteado el tema de una forma correcta cuando se pregunta si el mundo de los hombres es un terreno exclusivamente dominado por el azar. Su respuesta es: incertidumbre en la historia individual, y coherencia y simplicidad en la historia colectiva. Notamos aquí el parecido con la física.
Fernand Braudel.
Es conocida la distinción que hace Braudel de las dos capas horizontales de la historia, la de los acontecimientos que él denomina evenemencial, y por debajo de la superficie una de más espesa, la historia profunda. Cada una tiene su tiempo. Para Braudel hay varios tiempos históricos. A la historia de las civilizaciones le corresponde un tiempo lento. La teoría de Deulofeu la tendríamos que situar en esta capa que va evolucionando lentamente. Dice Braudel que los acontecimientos importantes no son los que hacen más ruido sino los que comportan las mayores consecuencias en número e importancia. El trabajo del historiador consiste dentro de cada época, en destacar las disposiciones que han preparado los grandes cambios. Deulofeu al exponer la evolución social va explicando en cada momento cuales son las causas que traen la semilla del cambio que darán lugar al cambio social.
Braudel se considera él mismo como uno de los menos beligerantes con la obra de Toynbee y Spengler. Dice que renuncia a los planteamientos cíclicos, sin descartarlos del todo. Su renuncia se basa en la suposición que si el ciclo vuelve a empezar la humanidad volvería a sus horas antiguas. Esto lo hace llegar a una importante suposición: aceptar que las civilizaciones de hoy están repitiendo el ciclo de las civilizaciones pasadas, implica necesariamente admitir que ni la economía ni la demografía tienen mucho que ver con los procesos de las civilizaciones (Braudel, 2002).
Esta es una reflexión muy relevante, dado que una de las primeras objeciones que se formulan a las teorías cíclicas es que no pueden incorporar o no pueden explicar el progreso material. Esto ciertamente es así, pero intentaré argumentar que a pesar de todo no es una limitación para las teorías cíclicas, si definimos claramente estos ciclos a qué ámbito están vinculados.
Antes de continuar con la argumentación querría destacar que para Braudel el estudio de las civilizaciones en plural supone la renuncia implícita a una civilización superior definida como un ideal. Supone considerar a todas las experiencias humanas con el mismo interés tanto las europeas como las de los otros continentes. Si además desvinculamos la idea de progreso material de la historia de los ciclos de las civilizaciones, estaríamos también luchando contra la idea de la existencia de una civilización superior asociada al progreso económico.
La tesis que propongo aquí es que la historia cíclica de las civilizaciones se basa en la evolución del grado de complejidad que las sociedades consiguen a lo largo del tiempo. Es una historia de su complejidad. La técnica y la economía son los vestidos que se ponen. El papel de la demografía seguramente está más ligado a la evolución social dado que si vinculamos la historia a la complejidad de las sociedades parece claro que la demografía habrá de jugar un papel importante. El aumento de la complejidad social tiene que estar vinculado con la demografía.
Volvamos a la discusión sobre el progreso material y la objeción que se hace a las teorías cíclicas en el sentido que no lo pueden explicar. Mi opinión es que los modelos cíclicos no tienen que plantearse explicar el progreso material. Esto corresponde a otra historia. Es un hecho evidente que el progreso y el conocimientos humanos a pesar de atravesar altibajos han ido en aumento desde los inicios de los tiempos históricos. Ha sido un progreso que ha trascendido las civilizaciones. La red de conocimientos es una red global, que se ha ido tejiendo desde el inicios de la historia. Ha crecido en intensidad y extensión, y en los últimos tiempos se ha acelerado de forma importante, pero a un ritmo diferente ha existido desde hace mucho tiempo. ¿Cuales tienen que ser pues los objetivos de una teoría cíclica de la historia? Por un lado, estudiar la evolución de las redes de poder. Ver como los diferentes actores sociales van evolucionando en relación al poder que van logrando. Esto incluye fundamentalmente las clases sociales y las ciudades. Por otro lado, tendrían que estudiar la evolución cultural de los pueblos y ver qué relación se establece con la evolución política.
Los historiadores centran habitualmente sus esfuerzos en la investigación de los hechos que sucedieron y en una primera interpretación a nivel de los hechos. Utilizo aquí el término interpretar en el sentido de completar agujeros que las evidencias disponibles no han podido demostrar. En este sentido realizan una función parecida a la del cerebro cuando completa la información que falta en un dibujo o en una frase donde le faltan algunas letras, pero sin embargo, el cerebro es capaz de reconstruir su significado. Cuando la descripción de los hechos está suficientemente completada se puede pasar a un nivel interpretativo más abstracto. En este punto se pueden empezar a determinar relaciones de causa y efecto y a identificar los sujetos históricos más importantes. Normalmente los historiadores llegan hasta este punto. No acostumbran a subir más escalones en la escalera de la abstracción.
Subir un escalón más representa formularse la pregunta: ¿Tiene sentido la historia? Interpretando sentido como dirección, no como pregunta filosófica. Pocos historiadores lo ha intentado. Se trata de ver en qué proceso estamos inmersos. Splenger y Toynbee son los ejemplos más destacados. Sus obras a pesar de ser muy reconocidas en su momento han quedado en vía muerta. Ningún historiador considera hoy en día que este sea un camino que valga la pena seguir.
Otros, sin ser propiamente historiadores como Marx o Rostow encontraron un sentido a la historia. El concepto de progreso en la sociedad ha estado presente en los últimos siglos dentro del mundo occidental. Esta idea ya ha sido criticada en las últimas décadas y no es mi propósito extenderemos sobre este punto. Sólo quiero remarcar que los objetivos de los autores enmarcados en este segundo grupo iban más allá de los estrictos intereses científicos y tenían unos claros propósitos políticos e ideológicos.
Resulta, pues, evidente que en este contexto la obra de Deulofeu no podía encontrar un ambiente predispuesto a entender su mensaje y a juzgar positivamente su aportación. Pero después de algunas décadas de su muerte las ciencias han evolucionado y nuevas disciplinas han ido cogiendo importancia en el discurso científico. El enfoque interdisciplinario y la creciente importancia que se da al estudio de la complejidad, abren en mi opinión, nuevas puertas para situar la obra de Deulofeu en un contexto más propicio para ser entendido.
Pero quizás no serán los historiadores los primeros a reivindicar la obra de Deulofeu. En otras disciplinas quizás será más fácil encontrar aliados que puedan entender sus intuiciones. Él, libre de los prejuicios de los historiadores, supo ver las regularidades en los procesos históricos levantando la mirada por encima de los hechos concretos. Y construyó una teoría alejada de los conceptos de la ortodoxia de las ciencias sociales.
Mi propuesta es mostrar que hoy seguramente podríamos llegar a conclusiones muy parecidas a las de Deulofeu aprovechando las aportaciones que se han hecho desde la teoría de sistemas, el análisis de la complejidad, la sociología histórica, la teoría del caos, los sistemas emergentes, y más recientemente la memética. Todas ellas desde perspectivas diferentes introducen análisis que muestran que los hombres no podemos controlar los sistemas sociales de los que formamos parte. Podemos influir, pero no podemos prever los resultados de nuestras acciones particulares.
Ricard Solé.
Para poner un ejemplo de todo esto creo que puede ser interesante hacer referencia al libro de Ricard Solé de reciente aparición, Redes Complejas. Estudioso de los sistemas complejos, Ricard Solé es un científico catalán que ha trabajado en los Estados Unidos y que tiene un extensa bibliografía en prestigiosas revistas internacionales. Dicho de manera poco académica, no es un iluminado. En el libro Solé se pregunta: ¿De que depende el destino de la historia? Su propuesta es que la respuesta quizás se tendría que buscar en el análisis de la arquitectura de la complejidad social.
«Aunque gran parte del relato histórico que encontramos en los libros hace referencia a algunas figuras fundamentales como responsables últimos del devenir de la sociedad de su tiempo, muchos se han cuestionado este punto de vista. Las preguntas clave provienen de una dicotomía entre una historia que depende de decisiones tomadas por unos pocos individuos y otra en que los acontecimientos clave serian inevitables. ¿Cuál de las dos es correcta? La respuesta a esta pregunta podría obtenerse del análisis de la arquitectura de la complejidad social» (Solé, 2009, 29).
Mas adelante en el mismo libro podemos leer:
«Lo que descubrieron estos matemáticos en 1959, y que ha resultado ser una propiedad de enorme importancia dentro del estudio de la complejidad, es que existe un número crítico de conexiones por debajo del cual el sistema se halla fragmentado en pequeños subgrafos, mientras que, superado el umbral estos subsistemas tienden a estar ligados entre sí formando una gran red… Cuando el número de conexiones en una red es lo bastante grande (…) experimentamos una transición entre un mundo aislado compuesto por pequeñas comunidades y un mundo conectado, formando una gran sociedad de elementos bien comunicados entre sí» (Solé, 2009, 37).
La voluminosa obra de Michael Mann sobre los orígenes sociales del poder también de alguna manera apunta en una dirección parecida al considerar que la sociedad está formada por un conjunto de redes interelacionadas entre ellas cada una de las cuales conforma alguno de los poderes. Los cuatro poderes fundamentales, según Mann, son el económico, el político, el ideológico y el militar (Mann, 1991).
Michael Mann.
No puedo ahora extenderemos aquí con muchas citas de los libros de los autores que he mencionado, pero si querría añadir una más de un libro que cuando lo leí me reafirmó en mi convencimiento que Deulofeu no iba mal encaminado. Se trata del libro de Steven Johnson Sistemas emergentes donde habla sobre la investigación de las sociedades de las hormigas llevada a cabo por Deborah Gordon donde llega a la siguiente conclusión:
«Las colonias atraviesan ciclos claramente definidos: infancia, adolescencia y madurez a lo largo de quince años de existencia» (Johnson, 2003, 73). «La colonia se vuelve más estable y menos impetuosa a medida que se desarrolla, y no obstante la población de la colonia se renueva cada año. ¿Cómo desarrolla todo un ciclo vital cuando sus partes viven tan poco tiempo?» (Johnson, 2003, 74).
Steven Johnson.
Leer estas líneas me reafirmó en mis convicciones pero no me sorprendieron. Desde un punto de vista humanista, acostumbrados a pensar que el hombre es el dueño de su destino puede resultar más difícil de entender, pero si consideramos que lo que importa es más el comportamiento de los sujetos que no los motivos o las razones que les han llevado hasta su decisión, será más fácil entender que las sociedades de las hormigas igual que las humanas puedan pasar por diferentes etapas. El que es determinante son las relaciones que se dan entre los miembros de las sociedades que condicionan su comportamiento y que hacen que el número de individuos que se comportan de una manera u otra vaya cambiando con el tiempo. Podríamos decir que es un tema estadístico. No podemos prever el comportamiento de un individuo en concreto pero sí cuáles son los comportamientos predominantes en cada momento. La física cuántica proporciona explicaciones parecidas. No podemos prever el comportamiento de las personas como tampoco podemos prever el movimiento de una partícula. Pero si podemos hacer previsiones sobre el conjunto de la materia.
Deulofeu supo ver muy bien la evolución social, pero no dio una respuesta en mi opinión del todo satisfactoria a cuales eran sus causas. Al final del resumen de su teoría publicada el 1967 con el título La matemática de la historia escribe:
«¿Quina és la causa que produeix el desplaçament de la vitalitat dels pobles? Pasteur, en una lletra dirigida a un dels seus alumnes, 1i diu que ell té el convenciment que els processos biològics són regits per influències astrals. Nosaltres creiem exactament el mateix. I, així com sabem que el procés cíclic de les plantes és degut a la influència solar i ens consta que la Lluna exerceix una influència evident sobre el desenrotllament de la vegetació, igualment creiem en una influència còsmica sobre els homes, influència variable periòdicament mitjançant cicles de 1700 anys. Podríem admetre l’existència d’un astre o d’una constel·lació particularment potent que cada disset segles ocupés la mateixa posició» («¿Cual es la causa que produce el desplazamiento de la vitalidad de los pueblos? Pasteur, en una carta dirigida a uno de sus alumnos, 1e dice que él tiene el convencimiento que los procesos biológicos son regidos por influencias astrales. Nosotros creemos exactamente el mismo. Y, así como sabemos que el proceso cíclico de las plantas es debido a la influencia solar y nos consta que la Luna ejerce una influencia evidente sobre el desarrollo de la vegetación, igualmente creemos en una influencia cósmica sobre los hombres, influencia variable periódicamente mediante ciclos de 1700 años. Podríamos admitir la existencia de un astro o de una constelación particularmente potente que cada diecisiete siglos ocupara la misma posición») (Deulofeu, 1967, 218).
No se puede negar naturalmente la dependencia de la vida de las plantas del sol y la luna y de la dependencia de la sociedad humana de los acondicionamientos ecológicos, pero esto no puede explicar todo el proceso social. Ahora después de la evolución que han experimentado las ciencias en las últimas décadas, podemos aventurar que las causas últimas de la teoría de Deulofeu se pueden encontrar en la misma organización de la materia. Las sociedades humanas no son nada más que un peldaño más en el grado de complejidad que va logrando la materia en el universo. Las leyes que las determinan surgen de la propia complejidad que logra la materia. Las leyes sociales surgen en un grado de abstracción más alto a partir de las vidas particulares. Son leyes emergentes surgidas de los sistemas sociales.
Los actores de la historia, los hombres, toman continuamente decisiones. Estas decisiones tomadas de forma libre están condicionadas por el entorno, las circunstancias, y la educación recibida. El carácter de cada cual añade un tono particular a cada persona. La suerte entendida como factores externos que el individuo no controla, juega un papel importante en los resultados obtenidos por cada individuo.
Las sociedades tienen reglas de funcionamiento algunas de las cuales están escritas y otros que no lo están. Pero tanto unas como las otras no se aplican siempre. Hay actores suficientemente poderosos que pueden hacer que algunas reglas no convenientes a sus intereses no se ejecuten. Una de las finalidades de los poderes establecidos es vigilar por el cumplimiento de las reglas escritas. Éstas sin embargo, van evolucionando con el tiempo, y no siempre se cumplen. El poderoso no es sólo aquel que puede hacer cambiar las reglas del juego, es sobre todo el que se las puede saltar. El que puede hacer trampas, sin que lo pillen. La mayoría de las decisiones que tomamos son de cariz rutinario y no tienen una incidencia destacable en la evolución histórica. Cuando se producen situaciones críticas, desde una crisis económica, política, social, etc. es cuando se tienen que tomar decisiones que afectarán al futuro de la sociedad. La manera en que se resuelva la situación puede ser que afecte a la manera como estaba estructurada la sociedad hasta aquel momento. Las decisiones que tomen las personas en estas circunstancias son las que pueden producir cambios. Aquí es donde fácilmente se produce la confusión típica al pensar que la libertad del hombre es la que determina el curso de la historia. El tema no es tanto la aceptación de esta sentencia que en sí misma contiene un alto grado de ambigüedad y que puede ser interpretada de varias maneras, como el pensar que la acción de unos pocos hombres pueden determinar la evolución histórica. Tampoco parece razonable el extremo contrario y afirmar que dado que las leyes de la historia están marcadas no importa lo que hagamos porque en cualquier caso acabará pasando lo que tenga que pasar.
Cada persona dará diferentes soluciones a los problemas planteados, pero sólo aquellas soluciones que den las respuestas más adecuadas en cada momento concreto serán las que serán seleccionadas. Esto no implica que sean las mejores desde un punto de vista ideal, sólo indica que son las que se adaptan mejor a cada circunstancia.
El proceso histórico va planteando retos a las sociedades que éstas tienen que ir superando. Para hacerlo, la sociedad tiene que elegir de las soluciones que le propongan los individuos aquellas que le sean más útiles. Pero tiene que quedar claro que este proceso es implícito y no está guiado por ninguna autoridad. Seguramente la mayoría de las veces los que tienen el poder político y económico no son conscientes de este proceso. El señor feudal que se ve inmerso en una competencia con otros señores feudales para aumentar sus posesiones y su poder militar no es consciente de las consecuencias que este proceso tendrá a nivel de toda la sociedad.
Si el que tiene el poder político no responde a las necesidades del momento es fácil que sea sustituido por otros más capacitados para dar la respuesta adecuada. Cuando una sociedad es agresiva y la lucha por el poder es fuerte, y es normal que los reyes o los jefes de estado sean personas fuertes y con mucha determinación. Cuando la sociedad es menos agresiva es más probable que los gobernantes que lleguen al poder no sean necesariamente tan agresivos o que tengan tanta determinación. En el fondo es un tema de estadística. En todas las épocas y sociedades hay hombres de todo tipo: ambiciosos, conformistas, agresivos, artistas, letrados, etc., pero las circunstancias y las condiciones en que se produce su reproducción hace que unos u otros predominen más y tengan más o menos oportunidades dentro del algoritmo de selección que en cada momento actúa. Este algoritmo es el que situará, en cada momento, a las personas en un lugar dentro de la jerarquía social.
La movilidad social es muy diferente según el tipo de sociedad. En el feudalismo era prácticamente nula, en cambio en el capitalismo esta es posible aunque de forma limitada. Es una limitación de cantidad. La movilidad se puede dar desde cualquier capa social pero no hay lugar para todos en las capas más elevadas. Al estar todas las sociedades estructuradas de forma piramidal, la capacidad en los niveles más elevados depende de la pendiente que tenga esta estructura. El flujo ascendente o descendente entre las capas depende pues de la capacidad de los diferentes niveles y de la capacidad de reproducción de la población de cada nivel. Cada capa social está relacionada con una fuente de subsistencia, ya sea de forma directa como pueden ser los agricultores o los pastores y ganaderos, o de forma indirecta a partir de la obtención de una renta extraída del excedente económico de la sociedad. Una de las razones que originan los conflictos sociales se da cuando se produce un desequilibrio fuerte entre el número de personas de una capa social y sus fuentes de subsistencia. Las maneras de resolver estos conflictos varían en cada momento en función del entorno geográfico y de la capacidad que pueda tener la sociedad de generar u obtener nuevos excedentes económicos. Cuando la población aumenta una salida puede ser la expansión militar a la conquista de nuevos territorios. La emigración de una parte de la población es muchas veces otra salida.
Cada época determina los mecanismos para seleccionar los individuos de cada capa social. El origen de la evolución social tiene mucho que ver en cómo se reproducen los actores y las condiciones estructurales de las sociedades. Si las estructuras sociales se permanecieran intactas y las diferentes capas de la población se reprodujesen en las mismas proporciones y sin crecimiento demográfico la evolución social seguramente no existiría o en todo caso sería mucho más lenta. La evolución dependería sólo de la evolución cultural que se pudiera producir. Y esta dependería de las condiciones en que cada generación educara a la siguiente. Si las condiciones del entorno permanecieran estables sería más improbable que se produjeran mutaciones durante el proceso educativo. Cada generación, de alguna manera, y de forma más o menos consciente hace una elección de la información que transmite a la siguiente generación. Cuando no se producen muchos cambios en el entorno esta elección es más fácil de hacer, y seguramente también será más estable. Cuando las condiciones del entorno cambian, tanto si se trata de la tecnología como la estructura social, aumenta o se modifica la información que les es necesaria a los individuos para sobrevivir en la sociedad y es en este momento en que se deben priorizar determinados valores en detrimento de otros. Conocimientos que en un momento eran útiles dejan de serlo. De este modo las sociedades van evolucionando: las estructuras cambian, las proporciones de las clases sociales también y finalmente también se van modificando los valores y las actitudes que la gente interioriza y que al final determinarán su comportamiento.
Las dinámicas que se generan en cada momento en las sociedades son los algoritmos que se encargan de determinar las reglas del juego que son aplicables en cada época. Estas no son creadas de una forma voluntaria por ningún actor sino que surgen como fenómenos emergentes.
En las sociedades desde un punto de vista histórico lo más relevante tiene que ser el estudio de los procesos. Cómo van cambiando las estructuras sociales, no como resultado de las acciones de los héroes sino como resultado del cambio en el comportamiento en el conjunto de los individuos. No todos se comportan igual. Lo que va cambiando es la importancia que los diferentes comportamientos tienen en cada momento.
La analogía biológica utilizada por Deulofeu no era, pues sólo un recurso narrativo. Quizás sin él entenderlo del todo, estaba fundamentada en la misma realidad que determina la física, la química, la biología y también las ciencias sociales.
Que las civilizaciones desaparecen es un hecho incuestionable. Algunos ya se han planteado el tema como Jared Diamond en su libro Collapse. Pero continúa pareciendo que la opinión predominante es que, en todos los casos, fueron accidentes que se habrían podido evitar. La mayoría de las veces se pone el énfasis en causas externas. Una explicación que se base en causas internas no se tienen en consideración. La visión del mundo occidental es parecida a la de los hombres jóvenes que ven la muerte como un hecho muy lejano, o como el creer que una muerte accidental es un hecho que no le sucederá nunca. Sí que es cierto que en los últimos años la preocupación por la conservación del entorno en el que vivimos ha hecho crecer la preocupación por la posibilidad de un colapso de las civilizaciones actuales. Pero la convicción que se podrá superar se mantiene mayoritariamente.
Las sociedades son pues, redes complejas que se van reproduciendo. De alguna manera tienen vida propia. Y este hecho es el que les permite ir evolucionando. En cada momento y lugar diferentes clases sociales entran en juego para salvaguardar sus intereses, para conseguir mejoras en su condición o sencillamente para sobrevivir. Las condiciones materiales pueden ser muy diferentes, pero lo que determina los intereses de cada cual es la posición que se ocupa dentro de la red social a la que se pertenece. Cada sociedad será más o menos compleja en función del número de relaciones y dependencias que se establecen entre sus miembros. Lo que Deulofeu denominaba fragmentación demográfica se corresponde con sociedades donde los núcleos de poder son de ámbito local o regional y donde el comercio es poco importante y es también mayoritariamente local y regional. Son economías poco monetizadas.
Cada grupo social se reproduce y al hacerlo reproduce también las estructuras sociales que los relacionan con las otras clases. Cada cual actúa siguiendo sus propios intereses y la reproducción social se va produciendo sin grandes cambios. No obstante, desequilibrios de diferente origen se van acumulando hasta que en determinados momentos se producen tensiones sociales que producen alteraciones en el número de las clases sociales y en sus relaciones. La estructura de la complejidad social va evolucionando. Si tomamos como eje principal para determinar la evolución de una sociedad su grado de complejidad, nos encontramos que las alternativas son limitadas
- Aumento de la complejidad.
- Disminución de la complejidad.
- Mantenimiento de la complejidad.
- Oscilaciones en la complejidad.
Combinando estas alternativas parece que las oscilaciones en el grado de complejidad de las sociedades tendría que llevar de forma bastante natural a procesos cíclicos. ¿Por qué entonces, esto cuesta tanto de aceptar? La respuesta creo que ya la he apuntado antes al habla del prejuicio que tenemos hacia la posibilidad de no poder controlar nuestro destino. No obstante, hay otra cuestión que nos tenemos que plantear y que está estrechamente vinculada con las oscilaciones cíclicas a las que hacíamos referencia. ¿El proceso de globalización en el que estamos inmersos, como encaja con la teoría de Deulofeu? Esta es una cuestión que no podemos abordar aquí, pero sobre la cual se tiene que admitir que es uno de los retos que tendrá que afrontar la teoría de Deulofeu. Sólo quiero hacer algunos breves comentarios al respeto. A pesar de que hasta hace relativamente poco las civilizaciones han convivido con un grado de interacción relativamente limitado los contactos han existidos desde siempre. Lo que se ha modificado es sobre todo la velocidad a la que se realizan las propagaciones de los conocimientos. El aumento demográfico ha hecho que la aglomeración planetaria haya forzado al máximo el grado de interacción entre los pueblos. La pregunta que se desprende de todo esto es la siguiente: ¿Este hecho traerá a que se cree una red de carácter global que tenga sus propias estructuras de poder diferenciadas de cualquiera otro imperio, y por lo tanto con su propio ciclo?
Encontrar autores que afronten el reto de criticar la obra de Deulofeu, hasta ahora ha sido imposible, y el camino que se ve por adelantado tampoco invita al optimismo. A pesar de esto, resulta alentador encontrar autores que no están lejos de Deulofeu. Norbert Elias es uno de ellos.
La obra de Elias.
El descubrimiento de la obra de Norbert Elias (1897-1990) me sorprendió agradablemente. Por un lado tiene algunos puntos de similitud con la obra de Deulofeu y por otro lado está escrita prácticamente de forma simultánea con esta. Con más fortuna que la de Deulofeu, la obra de Elias también tuvo un reconocimiento tardío y no formó parte de la ortodoxia oficial de las ciencias sociales. Elias se lo puede ubicar dentro del ámbito de la sociología histórica. Escribió en alemán y sus obras no se empezaron a traducir hasta los años 70. Quizás por este hecho su obra no fue conocida hasta el último cuarto del siglo XX. En el libro de Santos Juliá «Historia social/sociología histórica» publicado en 1989 y reeditado ahora no se le cita y tampoco aparece en las referencias bibliográficas.
Norbert Elias.
A pesar de que el alcance de la obra de Elias es diferente de la de Deulofeu –sólo pretende explicar el nacimiento de los estados europeos– sorprende al leerla, encontrar la descripción de los mismos procesos que Deulofeu. El vocabulario empleado es diferente, pero están diciendo prácticamente lo mismo. Elias es un sociólogo que entra en el campo de la historia para demostrar sus teorías, y en este sentido utiliza una caja de herramientas más académica, pero no tiene la perspectiva histórica en el ámbito espacio/tiempo de Deulofeu y su visión es más limitada en este aspecto. Aún así, lo qué explica encaja perfectamente en la teoría de Deulofeu y la puede enriquecer notablemente.
Es una lástima que no se llegaran a conocer porque habría podido surgir un diálogo fructífero. No formar parte de la red académica oficial puede tener la ventaja de no estar sometido a un adoctrinamiento a veces empobrecedor pero tiene sin duda la desventaja de trabajar más aisladamente y quedar al margen de los canales de distribución oficiales. Esto ahora quizás ya no es así pero sí lo era en su época.
La teoría de Elias explica el nacimiento de los estados como un proceso donde se llega a un monopolio de la violencia y a un monopolio fiscal a partir de una competencia establecida entre los señores feudales para ir conquistando territorios. No hay un plan preestablecido de los señores para formar un estado. La competencia para sobrevivir dentro de esta dinámica es la que va determinando las acciones que en cada momento van emprendiendo los señores feudales. El rey es uno más entre estos señores. Los señores luchan entre ellos, pero sus dominios son gestionados como propiedades privadas. No tienen un concepto de estado o de cosa pública.
A medida que algunos señores se hacen más fuertes, a través de guerras para someter a otros señores, se irán creando las condiciones para crear una sociedad más compleja. La violencia disminuirá, y la economía se irá alejando de una economía de canje. Una vez que el poder se acabe de concentrar se producirá un movimiento de socialización del monopolio. El jefe del estado podrá ser sustituido sin que esto afecte a la estructura social (Elias, 1975).
Pienso que la obra de Elias complementa muy bien en el ámbito de la sociología la teoría de Deulofeu. Aporta unos conceptos que desde una visión complementaría explican cómo se fue desarrollando el proceso de concentración de poder y cuales fueron las fuerzas que intervinieron, así como fue cambiando el tejido social incrementando su complejidad.
El proceso de descivilización.
Antes de acabar creo que es necesario decir algo sobre el proceso de descivilización. Si admitimos que las sociedades evolucionan mediante procesos cíclicos tendremos que estudiar todas las fases de estos procesos. Los estudios sobre los aumentos de la complejidad han sido más abundantes que no los destinados a estudiar la decadencia de las civilizaciones. Seguramente la excepción es el imperio romano, sobre el cual se han escrito muchas páginas tratando de explicar su decadencia. Sobre este aspecto creo interesante el punto de vista de Ward-Perkins que recientemente ha publicado un libro sobre este tema. La sociedad romana se caracterizó, según Ward-Perkins, a nivel económico por lograr un alto grado de complejidad que posibilitó que se diera una variada y gran producción de artículos de consumo. Además esta producción era de gran calidad y llegaba no sólo a las capas más altas de la sociedad sino que tenía una amplía difusión a nivel territorial y entre las capas sociales. De forma que, agricultores modestos en cualquier parte del imperio podían tener acceso a ellos. La llegada de los invasores, con más o menos violencia y con más o menos integración, fue acompañada de una disminución en el grado de complejidad de la economía romana que repercutió en el nivel global de la producción y de rebote en la demografía. La sociedad se volvió menos compleja y el nivel de vida de la población cayó.
Bryan Ward-Perkins.
Para comprender la decadencia se tiene que ser consciente del lado negativo de la sofisticación económica. Si la economía antigua hubiera sido formada por unidades locales simples, esencialmente autónomas, con poca especialización en el trabajo, con poco intercambio entre unas y otras, algunas partes de esta economía habrían sobrevivido a los problemas de la época post romana. Al ser pero, la economía antigua un sistema complicado su misma sofisticación la hacía frágil y poco adaptable al cambio. Para que se pudiera dar una producción voluminosa y de calidad hacía falta que muchas personas se encargaran de tareas más o menos especializadas. Se necesitaban artesanos cualificados, capaces de fabricar productos de calidad en una cantidad que garantizara el bajo coste de la unidad. En segundo lugar, hacía falta una sofisticada red de transporte y comercio que permitiera la distribución eficaz de estos productos en amplías zonas. Por último, era esencial un amplio cuerpo de consumidores con dinero para gastar y con costumbre de hacerlo. Y toda esta complejidad dependía de muchas personas que, trabajando en el mantenimiento de infraestructuras como la moneda, las carreteras, las naves, etc., lubrificaban las bisagras de la producción y el comercio. Cuando la producción especializada falló, sustituirla con las propias manos ya no fue tan sencillo.
Esta especialización fue la causa directa para que la desmembración económica de final del imperio fuera de tal magnitud. La sofisticación había acabado con las destrezas y las redes locales que posibilitaban una complejidad económica de menor nivel. La población del antiguo imperio necesitó siglos para recobrar las antiguas destrezas y las redes regionales que les permitieran volver a los niveles romanos de sofisticación (Ward-Perkins, 2007).
He hecho un resumen de la tesis de Ward-Perkins porque me parece muy interesante su punto de vista. Pone de manifiesto sobre todo, que la sociedad romana que logró un alto grado de complejidad era débil porque la población ya no era autónoma. La división del trabajo que ayuda al progreso material también trae asociada como contrapartida esta fragilidad. Seguramente llega un momento que los costes de mantener una red tan compleja sobrepasan la capacidad de la sociedad para encontrar recursos para mantenerla o para afrontar los ataques externos que pueda recibir.
Conclusión.
En este artículo he intentado demostrar que la obra de Deulofeu es mucho más que el resultado de un visionario que supo ver unas regularidades en los acontecimientos históricos. Deulofeu situó estos acontecimientos dentro de un marco general donde lo determinante no son las acciones individuales de los sujetos sino los procesos dentro de los cuales están inmersos. Esta manera de enfocar el tema choca frontalmente con el prejuicio de la visión humanista racionalista que piensa que el hombre es el rector de su propio destino: El hombre es libre. Pero que el hombre sea libre de tomar sus propias decisiones no afecta al hecho que después éstas, una vez tomadas, pasan a formar parte de una red de relaciones que ya se escapan al control del hombre. La visión mecanicista y reduccionista de la ciencia ha dado paso, en las últimas décadas, a una de nueva donde el estudio de la complejidad y la interacción entre las diferentes disciplinas ha abierto la posibilidad de analizar la realidad como un conjunto de sistemas interconectados que se estructuran en diferentes capas, dentro de las cuales aparecen leyes emergentes que no se pueden deducir a partir de las leyes conocidas de las capas anteriores. Las leyes de la química no se pueden deducir a partir de las de la física, y las de la biología tampoco se pueden derivar de las de la química. Las de las ciencias sociales tampoco se podrán derivar directamente de las de la biología. Pero si pretendemos que las ciencias sociales lo sean no podemos renunciar a aceptar que tienen que tener leyes. La obra de Deulofeu es uno de los intentos más serios en este sentido. El suyo fue un trabajo de recopilación de datos y de organización de las piezas de un inmenso puzzle como es la historia humana. Todas las ciencias estudian como la materia en sus diferentes grados de aglomeración se agrupa y se desagrupa, y la social no es una excepción. Muchos de los estudios realizados en las últimas décadas en el ámbito de la sociología histórica apuntan en esta dirección –Tilly, Elias, Mann, etc.– sólo se les falta que aceptar sus consecuencias.
Joaquim Miquel
Barcelona, Abril 2011.
Bibliografía.
Bertalanffy, Ludwig Von. Teoría general de los sistemas. FCE. 2006.
Braudel, Fernand. Las ambiciones de la Historia. Crítica 2002.
Deulofeu, Alexandre. La Matemàtica de la Història. Editorial Emporitana. 1967.
Elias, Norbert. La dynamique de l’Occident. Callmann-Levy. 1975.
Johnson, Steven. Sistemas emergentes. O qué tienen en común hormigas, neuronas, ciudades y software. FCE. 2003.
Mann, Michael. Las fuentes del poder social, I. Alianza Editorial.1991
Tilly, Charles. Coerción, capital y Los Estados europeos. 990-1990. Alianza.1992
Solé, Ricard. Redes complejas. Del genoma a Internet. Tusquets editores. 2009.
Ward-Perkins, Bryan. La Caída de Roma y el fin de la civilización. Espasa Calpe. 2007.