Deulofeu no hará nuestra labor.
He asistido a la presentación del documental «Alexandre Deulofeu, l’historiador del futur» («Alexandre Deulofeu, el historiador del futuro»), lunes 16 de Enero de 2017, esta vez en Barcelona, donde he escuchado las diferentes intervenciones del público y las respuestas de Juli Gutièrrez Deulofeu, nieto de Alexandre Deulofeu e historiador.
La sensación que puede dar la visualización del documental y algunas de las intervenciones de los asistentes es que el camino hacia la libertad de la nación catalana será relativamente fácil y el desenlace inevitable. Parece que todo nos vendrá dado y la verdad es que no es así.
Si analizamos la principal proeza que se puede atribuir al mismo Alexandre Deulofeu, que es avisar a los Estados Unidos del final cercano de la Unión Soviética, con el objetivo de que los estadounidenses no provoquen una guerra atómica contra la URSS, nos damos cuenta de que el secreto de la Matemática de la Historia fue celosamente guardado por los estadounidenses, y que los soviéticos probablemente ni siquiera se enteraron de este descubrimiento.
Hasta tal punto fue guardado el secreto que, con tal de que sus rivales soviéticos no estuvieran al caso del futuro fin del imperio de Moscú, probablemente por este motivo Alexandre Deulofeu no recibió el reconocimiento que merecía en vida. Contrariamente, si Alexandre Deulofeu hubiera recibido en vida, por ejemplo, el Premio Nobel de la Paz, la Matemática de la Historia hubiera sido pública y notoria a los ojos de la entera Humanidad antes de la caída del muro y no sabemos qué hubiera pasado si esta teoría hubiera sido compartida por aquellos a los que Deulofeu vaticinaba el fin de su poder.
Contrariamente, en el caso del probable fin del imperio español, nos encontramos con que los principales defensores de su continuidad conocen completamente los planteamientos de Alexandre Deulofeu y han elaborado una doctrina opuesta basada en la eternidad de los imperios, similar a la pretensión hitleriana del imperio de los mil años. No quiere decir que tengan la razón, pero sí están apercibidos y no tienen ninguna intención de establecer una transición pacífica hacia el fin de la preeminencia de la nación dominante, como Deulofeu define el fin del imperio. Como Juli Gutièrrez afirma en el documental, los imperios son arrogantes.
Como ejemplo, nos hemos enterado de que algún banquero manifiesta su deseo de trasladar fuera la sede social de su entidad si la nación catalana, en virtud de la libertad relativa que puede conseguir, lo hace en un primer momento saliendo de la Unión Europea. No sabemos si un nuevo Estado catalán saldría o no efectivamente de la UE. Tampoco si este banquero cumpliría esta medida de presión, teniendo en cuenta que algunos banqueros ya hicieron una declaración similar poco antes de las elecciones del 27S, cuando las encuestas daban la mayoría absoluta en votos y en escaños a las candidaturas independentistas. A posteriori, un rotativo catalán dió a entender que este tipo de declaraciones habían sido hechas como consecuencia de presiones ejercidas por el Estado español.
Lo que sí es justo es que si estos banqueros quieren gestionar las nóminas, las pensiones y los ahorros de los catalanes, deben contribuir con sus impuestos a facilitar la sanidad, la educación, las pensiones, las infraestructuras y los servicios públicos de los propios catalanes, entre ellos los mismos trabajadores, cuentacorrentistas y pequeños y medianos accionistas catalanes de las entidades bancarias afectadas. Esta actitud justa no es sólo exigible a los banqueros, sino que nos obliga a ser honestos con nosotros mismos, exigiéndonosla a todos los catalanes que en verdad queremos colaborar en la suficiencia presupuestaria de nuestra administración y en la prosperidad económica de nuestra nación.
En justa correspondencia, los catalanes que queremos la libertad de nuestra nación, al tiempo que tenemos la cuenta o cuentas corrientes en entidades bancarias, debemos proponer mantener relaciones con entidades bancarias que mantengan su sede social en nuestra nación, mientras perdure esta situación. Hace falta que nos comprometamos, por lo tanto, a no recurrir a la evasión fiscal, ni a deslocalizar nuestros recursos, además de cambiar de entidad o entidades bancarias si un día las entidades que gestionan nuestros recursos retiran su sede social de nuestra nación, en virtud de la libertad relativa recientemente alcanzada por ésta.
Finalmente, aunque la nación catalana se mantenga dentro de la Unión Europea, no podemos confiar disponer de una economía equilibrada si seguimos dependiendo de una moneda generada mediante una deuda con interés como es el Euro. Nuestra labor será también colaborar en aplicar alternativas que hagan viable esta economía, ya sea a nivel local o nacional.
Brauli Tamarit Tamarit.
Miércoles, 18 de Enero de 2017.