Deulofeu contra los imperios.
El Nacional. Lunes, 8 de Julio del 2019.
Biografía.
Deulofeu contra los imperios.
Josep Asensio.
Barcelona. Lunes, 8 de Julio de 2019.
Tiempo estimado de lectura: 4 minutos.
Ahora que el imperio estadounidense empieza a flaquear ante la pujanza de China, resulta lógico que Alexandre Deulofeu y su Matemática de la Historia saquen la cabeza. Su biografía, L’home que no llegia els diaris (El hombre que no leía los diarios), de David de Montserrat y el nieto de Deulofeu, Juli Gutiérrez, ha aparecido en la lista de los libros más leídos de aquí que se han publicado, un éxito que hay que situar junto a otros fenómenos editoriales como los libros de Pedro Baños sobre geoestrategia o el best-seller de Elvira Roca-Barea que cuestiona la leyenda negra del imperio español.
Nacido el 1903, Alexandre Deulofeu es de un tiempo en que la idea de la geopolítica empieza a alzar el vuelo. El geógrafo Friedrich Ratzel elabora la teoría del Lebensraum alrededor de 1901 y Karl Haushofer lo incorpora en un discurso más amplio que Hitler utilizaría para su Tercer Reich. Este tipo de conceptos geopolíticos estaban en discusión a principios del siglo pasado, sorprende que la mayoría de comentaristas de nuestros días, que sacan a colación los años veinte y treinta del siglo XX en cada momento para destacar los movimientos populistas y de extrema derecha, no los tengan en cuenta ahora que vuelven a la palestra. La razón de fondo de los cambios que todo el mundo percibe y a todo el mundo interesan es la gestión de los imperios occidentales –un interés que la industria editorial ha sabido ver con inteligencia–.
La Matemática de la Historia es una ley constante según la cual los pueblos pasarían por un ciclo biológico –equivalente a una vida humana–. Aquí es donde encaja el concepto de decadencia, la fase avanzada de aquello que Deulofeu denomina «segunda época de unificación», que marca el final de los imperios que han gobernado sobre aquellos pueblos. Tal como mencionan sus biógrafos, Deulofeu se inspiró en el libro de Oswald Spengler, La decadencia de Occidente, publicado en dos volúmenes entre 1918 y 1922. La idea de declive continúa vigente y penetra en todos los debates del mundo occidental, desde el colapso ecológico hasta la idea de estancamiento económico o de envejecimiento demográfico.
Algunos han denominado Deulofeu el Nostradamus catalán porque, basándose en su teoría, se ve con ánimo de hacer predicciones sobre el futuro. La más famosa, que con buen criterio comercial aparece en la portada de la biografía, es que el estado español desaparecerá el 2029. Pero lo que dice Deulofeu es un poco diferente. Como que otorga a la segunda época de unificación una duración de 550 años y, en el caso de España, señala el inicio en 1479 –con el ascenso al trono de la corona catalanoaragonesa de Fernando II, que culminaba la unión dinástica de Castilla y Cataluña–, según Deulofeu el imperio español tendría fijada la fecha de caducidad en 2029.
Mi relación con el farmacéutico de Figueres empezó hace unos años, con la lectura de La Matemàtica de la Història. Alexandre Deulofeu o el pensador global (La Matemática de la Historia. Alexandre Deulofeu o el pensador global) (Lapislàtzuli, 2014), una introducción a su teoría escrita por el infatigable Juli Gutiérrez, que me despertó la curiosidad hasta el punto que, a través de unos mensajes de Twitter, adquirí la obra completa de Deulofeu, a razón de una modesta cantidad mensual que Gutiérrez y yo acordamos.
El día que fui a buscar la obra completa de Deulofeu en la oficina de correos estaba orgulloso por haberme dejado guiar por mi instinto. Entonces no sabía describir exactamente de donde venía aquella sensación. Me sentía privilegiado. ¿Un catalán que ha leído la historia y ha sacado una teoría universal que permite predecir el futuro? Quería comprobar por mí mismo si aquel hombre estaba loco o era un genio incomprendido.
Mientras dirimía este dilema, cayó en mis manos la saga de Isaac Asimov, La Fundación, situada en un futuro en que la humanidad ha colonizado el espacio exterior. Descubrí que allá se hablaba de una ciencia llamada «psicohistoria» que combinaba matemáticas, historia y sociología y servía para predecir el comportamiento de grupos humanos numerosos. Más tarde he sabido que la idea de la psicohistoria se le ocurrió a Asimov después de leer la famosa obra de Edward Gibbon, Decline and Fall of the Roman Empire. Esto era hacia 1952.
Es decir, por la misma época que Isaac Asimov escribía unos relatos donde fabulaba una ciencia para predecir el futuro a partir de la historia, Alexandre Deulofeu, en su Mas de Ordis, empezaba a publicar su obra, bautizada por Francesc Pujols como la Matemática de la Historia, donde interpretaba los hechos del pasado, los ordenaba de una forma sistemática y extraía una fórmula que le daba como resultado, por poner un solo ejemplo, que la URSS se derrumbaría alrededor del cambio de siglo –un vaticinio que nadie se aventuraba a hacer entonces que se iniciaba la carrera espacial–.
La biografía responde la pregunta de donde sacaba el tiempo para escribir los miles de folios que componen su obra un hombre que ejercía de farmacéutico, casado y con dos hijas. La respuesta es el exilio. Durante los años del exilio francés, gran parte de los cuales vividos en Montpellier, Deulofeu se resarció de la nostalgia de la familia que ha dejado en Figueres lanzándose a estudiar como un loco, a poner a prueba su teoría y a escribir sin cesar. La tenacidad que demuestra protegiendo y haciendo crecer su idea, y defendiéndola contra la indiferencia y el desprecio generales, es una de las enseñanzas que mejor describen su experiencia.
Leer a Deulofeu otorga ventaja al pueblo pequeño, a la gente corriente, porque nos permite recortar un poco la distancia con las clases dirigentes, que si se caracterizan por algo no es por acumular yates y jets privados, sino por disponer de información privilegiada. Pensar a largo plazo, en términos de civilizaciones y de ciclos imperiales es una vacuna contra la desidia de dejarse llevar por las conversaciones banales y la pequeñez de ciertos análisis que sólo contribuyen al ruido. Para resumir, la ventaja de leer a Deulofeu es que ninguno de los periodistas que escriben en La Vanguardia lo hace.
David de Montserrat y Juli Gutiérrez. «L’home que no llegia els diaris» («El hombre que no leía los diarios»).
Editorial Columna. 320 páginas. Idioma: catalán.
Enlace del artículo original en catalán:
https://www.elnacional.cat/lallanca/ca/critica/deulofeu-biografia_401749_102.html