Desde Ordis. Reflexiones estivales.
Juli Gutièrrez Deulofeu
Domingo dos de agosto, Nuestra Señora de los Ángeles, Nuestra Señora, sí, no Madre de Dios. Hace falta que nos acostumbremos a vindicar aquello que es nuestro. Basta de renuncias.
Desde Ordis. Levantado pronto después de una noche de tormenta, excitante noche de relámpagos y truenos. Y por la mañana el paisaje limpio, el sol brillante, el mismo que hace miles de años deslumbra a Akhenaton, el faraón hereje, en el medio de un cielo de azur y un paseo por el bosque rodeado de un olor penetrante, mezcla de tierra mojada y resina. Una noche eléctrica, alquímica diría, electrones que cambian de nivel, ¿en un baile filosofal?.
Presentaba a principios de julio la penúltima obra de Deulofeu, La Història de l’Art Universal (La Historia del Arte Universal). Una buena presentación, me quedé contento de la performance. Me llamaron provocador. Puede ser que sí, pero solamente por decir lo que pienso, por aplicar un poco de lógica en el desconcierto actual. Bien, pero tampoco tiene tanto mérito. Tengo a mi alcance la respuesta a una parte de los enigmas de la Humanidad. Pero esto les duele a los de la academia, a los de la ortodoxia imperante, a los de la mediocridad establecida. No fuese que hubiéramos de cambiar el orden actual de las coses. Dije muchas cosas, pero una de les reflexiones que hice me preocupa especialmente.
La Matemática de la Historia, Pitágoras, Fourier, Fibonacci… todo el Universo es mesurable, todo aquello que se establece y se repite se puede medir, por lo tanto se puede comprender, por lo tanto, corolario: puede ser cambiado. Solamente hace falta la voluntad de hacerlo.
Que nadie se espante, ni se ponga las manos en la cabeza ni entienda lo que no se ha de entender. Según la teórica deulofeuliana de aquí cincuenta años los atlas políticos nos pintarán la península de una manera diferente. El estado español ya hará unos cuantos años que no existirá. Las viejas naciones vernáculas volverán a estar presentes. Cataluña, Galicia, el País Vasco. El País Vasco también. Entonces ¿que nos dirán los libros de historia de tantas muertes inútiles?. Las últimas cuando escribo estas líneas, en Calvià. No he mirado la tele estos días, pero imagino que se habrá repetido la lamentable imagen de los minutos de silencio de los consistorios, consejos, diputaciones, en memoria de la muerte de las víctimas de los atentados. ¿Es que ningún político es capaz de enfrontarse con valentía al problema?. Euskadi, ya lo han conseguido, todo se vale en nombre de la política en estas nuestras pseudodemocracias enfermas, es ya un país dividido. Las consecuencias futuras dan miedo. Y ya tenemos el catalizador que faltaba, la crisis económica. La miseria encenderá otra vez las viejas fobias, las rabias nunca enterradas del todo. Que fácil sería evitar los desastres futuros si nuestros dirigentes tuviesen una pizca de conocimientos científicos. Hay que avanzarse a los cambios que han de venir. La naturaleza lo sabe hacer perfectamente. La jirafa estiró el cuello antes que los árboles creciesen, sino nunca los hubiese atrapado. El ser humano llevado por una estúpida autocomplacencia es incapaz de entenderlo. Mucho reivindicar Darwin, pero sería importante que supiesen lo que están reivindicando. Minutos de silencio por muertes evitables pero no hay manifestaciones, ni minutos de silencio por los 16.000 niños que se mueren de hambre al día, uno cada cinco segundos. Y antes que alguno lo piense… no hago demagogia. A lo largo de estos papeles lo iré demostrando. Pero ahora cambio de tema.
Recibí una invitación para ir a la presentación del libro «Viatge de noces» («Viaje de novios») del escritor catalán Salvador Sostres. No hace demasiado tiempo cenaba en casa Patrícia Gabancho, con el editor Quim Torra y Enric Vila, vindicador de Josep Pla. También hablaré próximamente. En el tarjetón de la invitación hay unas palabras de Salvador Sostres, la acierta de lleno. Los problemas de Cataluña los hemos de buscar en nuestra casa, ya basta de querer dar las culpas a los demás. De hecho esto también pasa a nivel individual. No sé si el señor Sostres ha leído a Deulofeu, pero ésta es la máxima deulofeuliana. Hay unas leyes que marcan nuestro destino, y desgraciadamente son inexorables. Pero lo dejan de ser cuando las conocemos, entonces podemos dominarlas y hacerlas nuestras y hacer nuestro nuestro destino. Y esto en Cataluña pasa por una catarsis colectiva, por una regeneración de la sociedad entera, pero sobre todo de las clases dirigentes, sino queremos que el devenir les señale como los causantes directos de las catástrofes que ya se anuncian.
Juli Gutierrez Deulofeu
Día de Nuestra Señora de los Ángeles. Domingo, 2 de agosto del 2009.
Mas Deulofeu, Ordis.
Publicado en el Setmanari de l’Alt Empordà (Semanario del Alto Ampurdán).