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Alexandre Deulofeu, el historiador del futuro.

Alexandre Deulofeu, el historiador del futuro.

David de Montserrat

Racó Català. Viernes, 11 de noviembre de 2016, 5h. Opinión.

Televisió de Catalunya emitirá próximamente el documental «Alexandre Deulofeu, el historiador del futuro». Sí, efectivamente, historiar el futuro a partir del pasado. El escritor Graham Greene decía que «los historiadores son personas que se interesan por el futuro cuando ya ha pasado». Deulofeu no, Deulofeu se interesa por el pasado justamente para podernos revelar el futuro y saber adaptarse a él evitando conflictos y poder conseguir de esta manera la paz mundial.

Tras descubrir la profundidad de la obra magna de este farmacéutico de Figueres, la Matemática de la Historia, me pareció que Cataluña le debía el reconocimiento que le correspondía y de aquí este documental. Pero el documental en sí no tiene ninguna importancia. Podría ser otro tipo de iniciativa incluso más exitosa y contundente pero que finalmente sirva para, más allá del personaje, entender la auténtica dimensión de la Matemática de la Historia. El documental es, pues, un pequeño paso de los muchos que quedan aún por hacer.

Tocaría, por ejemplo, hacer un segundo documental sobre Cataluña como cuna de la Cultura occidental a partir del arte románico, un tema que puede construir el nuevo discurso nacional de la Cataluña que debe venir en su papel en Europa como nuevo estado independiente. También tocaría que Figueras tuviera el Museo de la Matemática de la Historia que por el tema tratado puede convertirse en un producto cultural y turístico francamente atractivo. Y tocaría que la Matemática de la Historia formara parte de las materias que se imparten y estudian en los centros de enseñanza y en las universidades. Por cierto, en la Universidad de Harvard ya se ha puesto, sin saber aún que hace casi un siglo Alexandre Deulofeu ya empezó a dar sus primeros pasos.

¿Somos conscientes todos que seguramente estamos hablando de que un catalán, un compatriota nuestro, haya encontrado la clave de la Historia? Un catalán que habría podido optar perfectamente al premio Nobel de la Paz como así se planteó en Venezuela en 1975. A menudo pienso que habría pasado si Deulofeu hubiera sido inglés o americano. Me temo que hoy todos deberíamos oído hablar de Deulofeu en algún momento de nuestras vidas.

Mientras preparaba el documental, el historiador Enric Pujol me decía que Deulofeu era un gran analista político. Tristemente desaprovechado, añadiría. ¿Qué habría pasado si en vez de escribir la Matemática de la Historia –y tantos libros autoeditados y escritos en la soledad de la trastienda de su farmacia o en su mas de Ordis– hubiera escrito semanalmente una columna en alguna cabecera de renombre como se preguntaba hace más de veinte años el malogrado figuerenc Agustí Vehí? Seguramente Deulofeu sería reconocido mundialmente. ¿Y qué hemos hecho nosotros los catalanes? Olvidarlo en el mejor de los casos y en otros, despreciarlo. Pero no digo esto para sumergirnos más en el autoodio. No es hora de lamentaciones, es hora de difusiones. No hay nada mejor que deshacer este regusto amargo que explotar una de las grandes nuevas aportaciones que puede hacer Cataluña al mundo.

Insisto, la Matemática de la Historia debería formar parte de la base cultural de cualquier individuo. Ayuda a entender mejor la Historia pero ayuda a conectar mucho otros aspectos de la Humanidad como el carácter de los pueblos, la geografía, el arte y sobre todo a entender la actualidad. Y es que os garantizo que la actualidad ya no se interpreta de la misma manera cuando se la tiene en la cabeza y comprende porque acontecimientos y personajes que no acabamos de entender –¿las últimas elecciones en Estados Unidos, tal vez?– Tienen su motivo de ser, según la ley deulofeuliana de la Historia.

Tuve noticia de Alexandre Deulofeu hace muchos años a través del mismo Racó Catala (Rincón Catalán) que hoy publica este artículo y, como la mayoría supongo, pensaba que era un ampurdanés más aficionado a la boutade. En la boutade del estilo daliniano. Decía Dalí, por ejemplo, «yo no como pan con tomate porque provoca el tifus». Que un farmacéutico de Figueres dijera que el año 2029 Cataluña sería una república bajo dominio alemán me divertía profundamente a pesar entenderlo como lo que decía al principio: una boutade ampurdanesa.

Pero entre la cordura y la locura, a menudo, la línea es finísima y en esta ocasión de la socarronería a la genialidad y una vez superada ya no se puede dar marcha atrás. Del conocimiento de la Matemática de la Historia se pueden extraer varias lecciones pero por encima de todo está la de la humildad. La Matemática de la Historia obliga la Humanidad a ser muy humilde porque, como dice el historiador y nieto de nuestro protagonista, Juli Gutierrez Deulofeu, la Historia es autónoma y enfrentarse a ella conlleva unas consecuencias poco recomendables. Y escribo esto porque el día que laMatemática de la Historia me removio más fue cuando Juli –a quien no agradeceré suficientemente las horas y horas de placer intelectual que me ha proporcionado– me hizo ver que, por muy grave que me supiera, en 1714 los catalanes nos tocaba perder y caer en el yugo de la opresión imperial española del mismo modo que ahora nos toca volver a ser libres.

Y si al principio decía que por encima del personaje está la obra no quisiera terminar mis reflexiones sin unas palabras sobre Alexandre Deulofeu. Este tipo de Joan Coromines de la Historia que se la estudió de arriba abajo para sacar las conclusiones de la ley de la Historia y que hasta ahora no se ha equivocado nunca, ha dicho, en sus previsiones. Sabio despistado por excelencia, Deulofeu es el paradigma de la constancia, la disciplina, la fe en el trabajo que demuestra con hechos y no con palabras. Alejado de capillitas y enemigo de lamer culos. Un caballero de la meritocracia, tan escasa en nuestros días.

Volviendo a recordar las palabras de Agustí Vehí, 1993 escribía que «si las teorías de Galileo provocaron una conmoción en su tiempo, las noticias que desde 1939 repitió, incansablemente, Alexandre Deulofeu no deberían tener un efecto menor. Galileo, sin embargo, tuvo un tribunal ante el cual defender sus ideas. Deulofeu, no. Desde aquí, pedimos este tribunal. Los inquisidores de aquel tiempo, cuando menos, leían las obras de quienes iban a condenar; este es el matiz y la diferencia. El hereje Deulofeu todavía espera unos frailes que sepan leer». ¿Se imaginan Albert Einstein con su Teoría de la Relatividad aún por descubrir? Pues eso.


Enlace del artículo original en catalán