Capítulos 39, 40 y 41 del libro «Las culturas europeas» (volumen III de la «Matemática de la Historia»), dedicados a la cultura irlandesa. Páginas 216 a 223. Alexandre Deulofeu.
- Capítulo 39. La onda creadora en Irlanda.
- Capítulo 40. La literatura irlandesa.
- Capítulo 41. La escultura irlandesa.
- Gráfico de Irlanda.
Capítulo 39. La onda creadora en Irlanda.
Teniendo en cuenta que al hacer el estudio del proceso político—social de los pueblos de Europa hemos dejado de estudiar Irlanda por encontrarse fuera del camino de la onda creadora, como se puede ver en el mapa del final del II volumen (Los Grandes Errores de la Historia), creemos conveniente, antes de entrar en el estudio del proceso creador irlandés, de hacer una rápida exposición de su proceso político—social y fijar los límites entre los cuales se encuentra comprendida la época de gran fraccionamiento demográfico, que fijamos entre los años 150 y 800 después de Cristo.
Con sólo mirar las cifras nos damos cuenta que el retraso evolutivo de Irlanda respecto Inglaterra es considerable, de tal manera que la onda creadora llega a la primera al mismo tiempo que en los pueblos escandinavos. En este retraso encontramos la explicación que las noticias y los conocimientos de la cultura irlandesa sean muchos más que los de la cultura inglesa de esta primera onda, porque se encuentran mucho más cerca de nosotros en el tiempo.
Como en los demás pueblos, los primeros siglos del ciclo y los tres que les preceden son los más oscuros; la explicación, la hemos dado en el hecho que las poblaciones se encuentran bajo un régimen de esclavitud sometida al dominio de una nobleza imperial degenerada y, por lo tanto, en una época de inactividad cultural, que es la causa que no queden documentos escritos y raramente trazas de monumentos. Como en los otros pueblos, los cuatro primeros siglos de la época de gran fraccionamiento demográfico corresponden a la fase de aristocracia feudal, es decir, la aristocracia imperial que se ha liberado del núcleo hegemónico por la desintegración del imperio y la población autóctona bajo el régimen servil. Durante estos cuatro primeros siglos la población servil va mejorando de posición hasta liberarse para pasar a constituir una clase media; paralelamente a este hecho tiene lugar el gran proceso comercial, industrial y artístico característico de esta fase. En efecto, Irlanda, a comienzos del ciclo, se encuentra dividida en una multitud de pequeños reinos feudales llamados tuath, al frente de los cuales hay un jefe ri; la reunión de diversos tuaths formaba una unidad superior, la cual era conocida con el nombre de clan, bajo la dirección de un jefe de más categoría; los clanes, a su tiempo, formaban el cenel o tribu… es a decir, nos encontramos con la genos, la fatria, la tribu… de los pueblos mediterráneos en la época equivalente. Al principio de esta evolución solamente existen los señores, los siervos y los esclavos; poco a poco se va formando la gradación que hemos encontrado en Grecia y en los otros pueblos, es decir, una parte de los siervos se liberan y constituyen la clase de hombres libres, que se dedican a trabajos diversos, pastores, jornaleros… Una parte de éstos se enriquecen y pasan a ser propietarios; queda todavía parte de la antigua nobleza imperial, que va perdiendo patrimonios y categoría social. Además de ésta hay todavía la clase sacerdotal de los druidas. Comienza a manifestarse la poesía y sus recitadores, los bardos. Cultivaban, pues, la poesía, así como la música, y poseían la escritura llamada ogham. El proceso político—social los lleva a un proceso cultural con un elevado grado de civilización y a la creación de un estilo propio que se manifiesta lo mismo en arquitectura que en pintura, escultura y literatura. Nos limitaremos a la literatura y a la escultura, las cuales nos permitirán precisar, no solamente un proceso evolutivo, sino también el momento de máximo esplendor, que coincide con el final de la época de gran fraccionamiento demográfico, para seguir, ya bajo el dominio del imperio danés y dentro de la fase federal, la fase florida, para extinguirse el poder creador en la entrada de la fase absolutista.
El momento de abertura corresponde a finales del siglo VIII. A partir de los siglos VI y VII, es decir, en la fase que en todas las culturas corresponde al régimen de aristocracia de la riqueza y democracia, la cultura llega ya a un alto nivel. La expansión comercial va acompañada de una expansión cultural, la cual, como la onda que ha llegado por el Mediterráneo, avanza ahora de Occidente hacia Oriente, y así vemos como los monjes irlandeses extienden la cultura especialmente en Escocia y los Países Escandinavos. El monje Columbano, el 563, se establece en la isla de Huy o Iona, que pertenece al reino escocés de Dalriada, y funda en ella un convento que no tardó a constituir un gran centro de actividad misionera. Veremos que la cultura escandinava tiene la base en la cultura irlandesa, de la misma manera que la cultura griega la tiene en la cultura egipcia, o la cultura ibérica en la griega, es decir, cada una se apoya en la cultura que la precede. Esta onda creadora nórdica no es más que la bifurcación de la onda que atraviesa de Occidente a Oriente el centro de Europa y no deja de influir especialmente las regiones nórdicas de Germania; así, el siglo VII, preclaros misioneros fundaron Luxenil y Bobbio, e incluso en Suiza San Gall fundó el célebre monasterio de San Gall, con la iglesia con cubierta plana que nada tiene que ver con nuestro arte románico.
A partir de las proximidades del 800 comienza la decadencia creadora para pasar a la fase florida, hecho que coincide con el paso de las ciudades libres de Irlanda bajo la hegemonía del núcleo imperial danés y, por lo tanto, la entrada en la nueva época imperial con la primera fase federal, del 800 al 1000, seguida de la fase absolutista, y con ésta la pérdida total de la personalidad irlandesa seguida de la decadencia comercial e industrial (ver gráfico final del libro). En efecto, desde el año 795 el nuevo imperio danés comienza sus incursiones en Irlanda, devastando el país, y en el siglo IX la invade, entrando las naves de los vikingos, por las desembocaduras de los ríos hacia el interior, y se instala en Waterford y en Limerik. El 852, Anlaf funda otro reino danés en Dublín y poco después se funda el reino de Northumberland. De esta manera Irlanda pasa bajo la hegemonía danesa con una organización federal, que se va restringiendo hasta que en las proximidades del año 1148 se entra en la fase conocida de anarquía y guerra civil, que perdurará durante 150 años y completará la sumisión del pueblo irlandés bajo un régimen absolutista con la pérdida total de su personalidad. A partir de este momento se extingue la fuerza creadora irlandesa y entran en Irlanda las culturas vecinas, la románica—gótica especialmente, como veremos a continuación. Vamos a empezar por la literatura.
Capítulo 40. La literatura irlandesa.
La literatura irlandesa, como la de todas las otras culturas, no utiliza en sus comienzos la escritura, sino que solamente se transmite por vía oral. En sus comienzos se trata de himnos religiosos, y los primeros textos conocidos corresponden al siglo V, es decir, al cuarto siglo del ciclo, es decir, al paso de la aristocracia sacerdotal a la aristocracia de la riqueza. Los más importantes son el famoso himno de San Patricio, del siglo V. En el siglo VII corresponde el himno de Ultan o Santa Brígida, y en el siglo IX, es decir, en el momento de plenitud y fin de la época de fragmentación demográfica, señalan la Plegaria de Ninino, el himno Seu, de Colman; el himno de Sanción, el libro de los milagros de Santa Brígida. Sigue, como siempre, la poesía épica, de una exuberancia y una abundancia extraordinarias. Sigue la poesía lírica con los trovadores o «fili». Se conocen un gran número de obras, las unas narrativas como el «scel», las otras meramente poéticas, como los «anomaris». Se han descrito diversos ciclos del romancero irlandés. En los siglos IX, X y XI, es decir, dentro de la fase federal, predomina naturalmente el tipo enciclopédico, es decir, la literatura didáctica y erudita. Flenegan escribía las crónicas de los reyes de Irlanda; Cormacau hace una descripción geográfica del país… traducciones de los clásicos… filología (s. X), literatura jurídica, médica… Es decir, exactamente el mismo proceso de la literatura clásica griega, sumeria, india o románica…
La literatura irlandesa no se extingue bajo el dominio de los invasores, pero ha perdido su originalidad y se encuentra influenciada por la onda de cultura románico—gótica, que avanza por el mismo camino de la primera, es decir, nuestra cultura occidental.
Capítulo 41. La escultura irlandesa.
François Henry, en La sculpture Irlandaise, dice: «El estudio de esta escultura nos lleva a un período anterior a la introducción del cristianismo en Irlanda. Es, en efecto, uno de los aspectos más impresionantes del arte cristiano irlandés el hecho que sea el continuador del arte pagano que lo precede. Desde los primeros siglos de nuestra era hasta el siglo XII evoluciona sin obstáculos. Pero en este momento, esta larga evolución homogénea se encuentra bruscamente interrumpida. El éxito rápido de los monasterios cistercienses propagó no solamente una nueva arquitectura y los modelos de una decoración extranjera, sino también una manera particular de interpretar la escultura. La fundación de Mellifont, en 1142, señala un cambio total en el arte irlandés. Pero, ya antes de esta fecha, una imitación muy exacta del arte anglo—normando y continental había empezado a alterar la originalidad de la escultura irlandesa. La construcción de Cormac, en 1134, es la prueba. Cuando los anglo—normandos desembarcan en Irlanda el 1169, la independencia del arte irlandés se encontraba ya más que comprometida y los constructores llevados por los normandos completaron su ruina». Comparemos este párrafo con aquello que hemos dicho sobre la época creadora irlandesa. Dice que, desde los primeros siglos de la era cristiana hasta el siglo XII, se desarrolla sin dificultades. En efecto, este espacio de tiempo comprende desde el año 150 de Cristo hasta el 1150. En el gráfico se puede comprobar que, en efecto, en estos siglos corresponde la época de gran fraccionamiento demográfico (150-800); la fase federal (800-1000) y la fase absolutista (1000-1200), y con ésta acaba la escultura irlandesa. El proceso se realiza, dice, sin dificultades, y, en efecto, como hemos visto en todas las culturas, el paso de la época de fraccionamiento a la fase federal se realiza de forma insensible; es cuando el arte entra en la fase florida, y, cuando ésta acaba, se tiende a la imitación o copia de la producción de las culturas vecinas, y, en efecto, como dice François Henry, en esta fecha, «el éxito rápido de los monasterios cistercienses propaga en Irlanda, no solamente una nueva arquitectura y los modelos de una decoración extranjera, sino también una manera particular de ver la escultura». Es decir, entra en Irlanda la corriente románica—gótica.
François Henry dice que uno de los aspectos más impresionantes del arte cristiano irlandés es el hecho de ser continuador del arte pagano que lo precede, pero eso no nos ha de sorprender, puesto que ésta es la tónica general de las épocas creadores, en las cuales los cambios espirituales no alteran o bien favorecen el proceso creador; así, en Grecia, el hecho que la religión pagana fuese sustituida por las nuevas doctrinas órficas no alteró tampoco el proceso de la escultura griega. Vamos a ver si podemos precisar la cronología del proceso escultórico.
De los tres primeros siglos del ciclo no tenemos la fecha de ninguna escultura. Esto tampoco no nos ha de sorprender, puesto que, como hemos visto, son los siglos desprovistos de fechas precisas en todas las culturas, incluida la cultura clásica griega. La primera escultura de la cual se puede conjeturar la fecha en Irlanda es la estela de Fahan, en Donegal. Las esculturas de Fahan están llenas de signos. Los dos pequeños personajes que encuadran la gran cruz de entrelazos los tienen sobre los vestidos y alrededor de sus cabezas. Se distinguen claramente algunas letras del alfabeto irlandés, pero M. Macalister, dice François Henry, no ha llegado a reconstituir la Frase o a restituir la frase coherente. Al lado de la estela, al contrario, después de haber limpiado la piedra, ha reconocido con sorpresa los caracteres griegos y ha descifrado la fórmula de Gloria y Honor al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Esta forma está prescrita en el año 633 por el Concilio de Toledo. Este hecho, así como el hecho de utilizar el griego, parece designar la segunda mitad del siglo VII como la fecha más probable de la estela de Fahan.
Un avance en la evolución del estilo que corresponde ya a la fase de plenitud, lo tenemos en la cruz de Bealin. Ésta lleva la inscripción esculpida en el relieve del fuste de la cruz en recuerdo de Tuatgall. Los anales del Ulster citan la muerte de Tuatgall, obispo de Colnmancnoise, en el año 810. Por la forma de la inscripción se deduce que ha sido hecha en vida de Tuatgall. Su ejecución es atribuida, pues a las proximidades del año 800.
En Monasterboies hay dos cruces, una de las cuales lleva una inscripción grabada profundamente en la base del fuste. Todos los arqueólogos que la han estudiado la atribuyen al obispo Muiredach, muerto en 924. Parece que se trataba de un personaje muy importante.
Nos encontramos, pues, ante tres cruces que pertenecen respectivamente a los años 650, 800 y 900 de Cristo aproximadamente, es decir, al comienzo de la fase de democracia, en el momento de abertura del arte irlandés y a la fase de decadencia o florida. Hay suficiente con comparar estas cruces para darse cuenta que nos encontramos en dos fases progresivas de la evolución del estilo, y la última con todas las características de la fase florida; es decir, después de haber llegado a la perfección del trabajo escultórico, éste viene marcado por una excesiva decoración y motivos ornamentales. Entre estos ejemplares, se han encontrado un gran número que completan esta evolución y, por lo tanto, nos permiten establecer el proceso evolutivo del arte irlandés hasta su decadencia. Ésta viene precisada a través de las cruces de Iniscealtra del siglo XI (1094) y las dos cruces de Tuam, esculpidas entre 1126 y 1156, después de las cuales desaparece toda manifestación de la escultura irlandesa.