Revista de los Anales del Institut d’Estudis Empordanesos. Año 1978. Volumen 13. Páginas 233-241.
Necrológica. Alexandre Deulofeu i Torres. (1903-1978).
Ramon Guardiola Rovira.
Institut d’Estudis Empordanesos. Vol.:13 1978
El Instituto de Estudios Ampurdaneses el 7 de febrero de 1979, celebró una sesión necrológica dedicada a Alexandre Deulofeu Torres. Tanto este acto como las noticias y comentarios publicados en diarios y revistas, hicieron patente el reconocimiento de la personalidad y el interés por la obra de Alexandre Deulofeu.
Si el intelecto del país funciona con responsabilidad, no hay ninguna duda que la figura de Deulofeu será tema de controversia. Que pasará el tiempo, y los años nos dispersarán a todos, y muchos más, y que las teorías y los descubrimientos de Deulofeu serán punto contradictorio de los literatos. Deulofeu trabajó; mucho, muchísimo, trabajó de una forma sistemática y continuada. Sus conocimientos han sido muy amplios, de una variación nada corriente. Desde la química a la historia y el arte. Y en cada una de sus actividades intelectuales ha aportado ideas y teorías sobre descubrimientos apasionantes.
¿Qué balance se nos ofrece? Toda la gente de nuestro país, -digamos Figueres y el Alt Empordà- valora el esfuerzo de Deulofeu, su amabilidad, y el considerable esfuerzo y tiene de él una gran impresión. Pero aun así es completamente indiferente, es irrisorio ante la obra extensa y revolucionaria de Deulofeu. Llegar a concebir «La Matemática de la Historia», que el Empordà es la cuna del arte románico, que el Empordà-Rosselló, es la cuna de la escultura románica y Cataluña origen de la pintura medieval. Ésta es su obra.
La obra de Deulofeu espera la contrastación de las autoridades en las materias que él cultivó tan intensamente. él lo deseaba, lo esperaba. Esto en vida le ha sido negado. Con su espíritu liberal y su temperamento lo aceptaba todo. Quería que estudiaran sus teorías, y que si no estaban de acuerdo, si no las aceptaban, le dijeran los argumentos del porqué. El silencio que se producía en el mundo de los sabios, digamos oficiales, no lo merecía nuestra destacada figura. Se comprende que unos conocimientos muy profundos y una síntesis muy esmerada es necesaria para contestar la amplísima documentación e información que aporta Deulofeu sobre todas las culturas desde las de más antigüedad hasta las actuales, para, estudiando los acontecimientos de cada una de las culturas, deducir las curvas y las etapas de cada ciclo coincidiendo con las fases de las otras culturas y confirmando su Matemática de la Historia.
Pero todo esto es muy difícil de aceptar: Que cada civilización tenga unos ciclos, y que en cada una de ellas se repitan exactamente las mismas etapas, y se sepa en cada momento el punto en que se encuentra cada Estado, y se pueda predecir el futuro aclarando matemáticamente lo que pasará. Y, según Deulofeu, en uno de sus últimos libros, se llega a la paz por la Matemática de la Historia.
Los historiadores y los críticos han fruncido el ceño. Tuvo algunos éxitos en viajes y conferencias, pero lo rodeaba en nuestro país un silencio revelador de la actitud de nuestros intelectuales. Deulofeu -seguro de su teoría- ya sabía que no sería reconocida hasta dentro de doscientos años. Su extenso estudio sobre la Historia, y su pasado, presente y futuro, eran presentados por Deulofeu con una facilidad y simplicidad que llamaban la atención. Él era un hombre sincero y honesto. No pretendía engañar. Él estaba convencido de lo que escribía. Buscaba la verdad. Era sencillo, franco y cariñoso. No le gustaba la ostentación. Era un gran trabajador. En este aspecto un auténtico incansable. Son una buena prueba el ejercicio de su profesión, el cultivo de la Masía, los numerosos libros escritos, sus viajes, sus conferencias… En sus memorias se recoge su variada actividad en los años del exilio. A pesar de su categoría personal su sencillez lo acercó a todas las situaciones, que explica con toda naturalidad.
Procura aprovechar el tiempo, y no malgastarlo en nada. Él tiene suficiente manteniendo todo su esfuerzo de actividad, especialmente su tarea de historiador, escritor y publicista.
Alexandre Deulofeu vive tan intensamente escribiendo, leyendo, y resolviendo los rompecabezas de la Historia, que es natural que no quiera dedicar mucho tiempo al público. Vive bien con sus tareas y no acaba el trabajo, que sólo se distrae con escribir para su familia y disfrutando con las actividades de la personalísima Masía de Ordis.
La nota biográfica, no es suficiente para recoger desde su profesorado y la «Química estructural» (que habituó a sus discípulos a las teorías atómicas de años después), a los oficios practicados en Francia (cuando levantaba sacos de cien kilos de harina para fabricar galletas), o sus inventos, hasta los descubrimientos científicos y su actuación política y responsable, al servicio de la ciudad de Figueres. A quien quiera conocer el gran temperamento, la personalidad, la afabilidad y el optimismo de Deulofeu, le recomendamos sus Memorias de la guerra y del exilio, que completa con algunas excursiones posteriores.
Pero a pesar de su bondad, los centros intelectuales calificados no lo consideran, ni lo desmienten. No quieren dialogar, lo ignoran. Deulofeu había dado la campanada. Era muy grave dar la vuelta a las teorías como quienes gira una tortilla. La consecuencia fue que tiró una piedra a un antiguo estanque de aguas inmóviles, cuando él tenía el sello del hombre mediterráneo y ampurdanés y esperaba el diálogo y la discusión de sus atrevidas tesis.
Hace veintiocho años que Alexandre Deulofeu publicaba por primera vez su descubrimiento sobre el curso de los acontecimientos de la Historia universal y sus enseñanzas y ya llega a la conclusión de que los imperios de todos los pueblos son procesos biológicos perfectos, que nacen, crecen, maduran, decaen y mueren. Todos los imperios pasan por el proceso agresivo, una gran depresión, otro proceso agresivo, un desastre militar, recuperación, plenitud imperial, fase conservadora, decadencia y desintegración en XVII siglos (1).
Alemania ha sido una de las comprobaciones de las previsiones del historiador Deulofeu, que anunció el ciclo germánico hasta el año 2.400. La rehabilitación alemana no la dictaba ningún sentimiento -puesto que en Deulofeu era decididamente aliadófilo- sino la congruencia de su teoría.
Anunció la decadencia de Inglaterra, cuando era primera potencia mundial, y que Francia estaba en su fase decadente y que iría perdiendo gradualmente todas sus colonias. Ahora falta que se cumplan sus predicciones sobre la U.R.S.S. y E.E.U.U, que él cree que fatalmente se cumplirán, mientras apunta al imperio chino como elemento peligroso.
Deulofeu en sus volúmenes sigue la vida de los imperios desde hace 7.000 años, que también tuvieron su ciclo en los años que duró su vida. él ha descubierto la ley de la Historia. Por eso ahora se pregunta, con su probada nobleza y afabilidad, si no es absurdo que las naciones se peleen. Sus propuestas son demasiado exactas. ¿Se puede negociar? él dice: «La solución lógica y normal es que cedan Siberia al imperio chino de forma pacífica y por medio de tratados, y que al mismo tiempo su régimen (soviético) vaya cediendo el poder central a los gobiernos de las innumerables repúblicas soviéticas».
Llegando a estas conclusiones se desfigura de tal manera la tarea actual de los diplomáticos y la política que Deulofeu, con su pragmatismo, nos deja con la boca abierta porque no lo podemos ver claro como él, cuando dice que todo el que estudia pasará con guerras, o sin guerras, y que si se desconoce la ley de la Historia estos cambios se producirán a través de catástrofes espantosas.
Deulofeu mantiene la línea estudiosa y visionaria a la que nos tiene acostumbrados. Todos los que lo hemos tratado lo estimamos y admiramos su capacidad de trabajo y de síntesis, y su visión extraordinaria de los hechos y la arqueología, para juntar todos los argumentos necesarios a través de sus conocimientos y su gran cultura.
La Matemática de la Historia y las teorías sobre el Nacimiento, Desarrollo y Muerte de las Civilizaciones, han tenido más eco fuera que aquí mismo. Del extranjero ha sido solicitadísimo, incluso por altas personalidades militares que preparaban tesis doctorales. En el Norte de Europa escucharon sus conferencias.
La baronesa, alemana, Anna von Nostitz, era la traductora de Giovanni Papini, y pidió a este extraordinario escritor, que deseaba traducir una obra española, y que él la aconsejara. Papini -que no conocía a en Deulofeu- le aconsejó «La Matemática de la Historia». Ella la tradujo. El mismo Deulofeu fue a Munich. Era el tiempo de ocupación aliada y los editores tenían miedo. Al cabo de un tiempo se vuelven dirigir a Deulofeu, pidiéndole permiso pero los organismos federales contestan al editor que la obra se considera inpublicable en Alemania. Y así todavía reposa mecanografiada la traducción alemana de la baronesa Anna von Nostitz.
Dice que hace más de 10.000 años existieron culturas que conocían la energía nuclear, y que existían grandes construcciones, en grandes ciudades, habitadas por grandes masas humanas. El conocimiento de la energía atómica lo deduce del textos del Mahabarata y el Ramayana, que se refieren a los «platillos volantes» y a la energía atómica.
A la Biblia, en el éxodo, según Deulofeu, Moisés al describir el arca de la Alianza nos hace conocer que era una pila atómica.
En el Perú existen unas carreteras antiquísimas tan extraordinarias de dimensiones, que sus decorados sólo se ven desde gran altura, lo que prueba que aquella gente volaba. Según Deulofeu, todo lo que conocemos ya lo han conocido otras culturas.
El último volumen publicado, era el volumen sobre los imperios turco, austriaco, español, portugués, francés, inglés, holandés y alemán, que corresponde al volumen octavo de la Matemática de la Historia.
Pero la «Matemática de la Historia» necesitaba un cuántos años. Él ya nos lo había advertido cuando escribió el 1975, en uno de sus libros: «…la finalización de «La Matemática de la Historia» se alarga hasta unos catorce años Y ANTE LA POSIBILIDAD DE INTERRUPCIÓN INVOLUNTARIA… ». La interrupción se ha producido. Un mal de huesos, de los llamados fatales, lo iba minando. Él lo ignoraba y la familia sufría. Su situación sin defensas, produjo un cuadro clínico insalvable, cuando sufrió una dolencia que lo encontró desarmado. En el cielo esté / Descanse en paz.
Por esta interrupción involuntaria -como decía con inocente ironía nuestro Deulofeu- que ahora nos conmueve, él convirtió el séptimo volumen de la obra en un resumen, una concentración de los Vll al XIV, que dejaba para el final. También quiso sintetizar en tres volúmenes los 17, 18, 19, 20, 21 y 22, y anunciaba que editados estos volúmenes en el término de tres años podría publicar su obra en todo su aspecto universal. Después -decía el mismo Deulofeu- «continuaremos, si podemos, la edición completa de los volúmenes sintetizados». Tenía prisa sin pensárselo.
Publicados los ocho volúmenes, había trabajado intensamente con las culturas irano-sumeria-caldea, que se tenía que sintetizar en el volumen noveno, todavía proyectaba el X (la cultura egipcia), el XI (las culturas del Baluchistán, India y China) y el XII, México y Perú, con el que habría acabado la parte resumida de su «Matemática de la Historia», que mucha parte ya está escrita. Están acabados, o muy avanzados, los volúmenes IX, X y XI, incluso con los índices, y casi el XII.
En la edición especial de Argentina del «Nacimiento y grandeza de las Civilizaciones» que se hizo cuando viajó, ya añadió referencias en Perú, México y Argentina, la última de las cuales creía que era la cultura ascendente, en un proceso de culturas que, bajando de las Montañas Rocosas de los Estados Unidos llegan ahora en Argentina. Lo publicó con un gráfico del proceso argentino.
Su último viaje estuvo en Argentina. Este viaje fue un triunfo y un disfrutar continuo. El éxito fue más grande, mucho más grande, del que el modesto e ingenuo Deulofeu se pensaba. Le editaron especialmente el libro, le prodigaron atenciones por todos lados, fue el personaje de la televisión, radio y prensa, de Universidades y Colegios Profesionales, del Centro Catalán… Recibió muchos obsequios.
Un Deulofeu feliz me resumió así el viaje: «Un hartón de charlar. Me encontré perfectamente de salud. Sólo me podía comer la mitad de lo que me daban. Me hice un hartón de dulces». Allá conoció un astrólogo, el señor Aguilar, que encontró en los astros los mismos ciclos de 1700 años, que Deulofeu había establecido con su teoría de la Historia.
En una de las conferencias -de la Fundación Rizzuto- (que tenía grabada) un catedrático de Historia se levantó para contradecirlo, discutiéndole la teoría matemática y manteniendo que la energía atómica solamente se ha conocido modernamente. Deulofeu le explicó Egipto, Sumeria, el arca de la Alianza, etc… y lo arrasó. Con la paz mundial por la Matemática de la Historia el público estalló en grandes aplausos y el coloquio se acabó triunfalmente por nuestro conciudadano.
El año 1978 ha estado para él lleno de acontecimientos enmarcados por la trágica muerte de su yerno, y por su traspaso, casi al acabar el año.
Dos conmociones trágicas para la familia, incluidas en un año en el que Alexandre Deulofeu había vivido las mieles del viaje en Argentina, fue Presidente de Honor de la Feria del Dibujo y la Pintura, se dio su nombre al premio de historia convocado por el Casino Menestral, publicó la segunda edición de «Catalunya i l’Europa futura» («Cataluña y la Europa futura»); intervino en el ciclo de conferencias en el X aniversario del traspaso de Carles Fages de Climent. Pero este año tan contradictorio muy cerca de acabar, pone fin a la vida de Alexandre Deulofeu.
Las teorías sobre el arte románico. Deulofeu, que hacía años que estudiaba el arte románico, después de un viaje por tierras norteñas de España (año 1961), se sintió completamente seguro en su proyecto de demostrar el origen ampurdanés-rosellonés del arte románico. Diez años antes, ya se había referido en su libro «Naixement, grandesa i mort de les civilitzacions» («Nacimiento, grandeza y muerte de las civilizaciones»).
Es notable la sencillez y la naturalidad en que expresa su descubrimiento: «Con la misma humildad con qué tres mil cuatro cientos años atrás hacían aparición las primeras manifestaciones del arte cretense y con la misma simplicidad con qué diecisiete siglos más tarde surgían las primeras manifestaciones del arte, diecisiete siglos después, en las comarcas del Empordà, de la Garrotxa y de la Cerdanya; se iniciaba el despertar de una nueva primavera que daría lugar al tercer movimiento creador de la Humanidad».
Esta teoría se enfrenta con el románico italiano, y los otros países. Con esto es muy radical. No reconoce como románico la construcción con cubierta plana. él cree en el románico como un tipo de monumento. Pero creo que hay que tener en cuenta el románico como un periodo de la Historia, influenciado por la romanización y su renacimiento cultural, el latín y su evolución a las lenguas románicas, la escritura francesa, la influencia clásica y el recuerdo del mundo antiguo, la religiosidad. Este momento con estas características, tiene en el arte una manifestación que se dice románica en los diferentes países. Por eso el arte románico es confuso. La bóveda de cañón siempre se ha usado.
Deulofeu tipifica así el arte inicial ampurdanés-rosellonés: la bóveda de cañón, emparejado en «opus spicatum», arco de herradura, el cual evoluciona hasta ofrecer el románico y el ábside circular. Un nuevo estilo se ha creado y llegará hasta el claustro, el campanario, puertas y ventanas de medio punto de la simple capilla a la catedral.
La Matemática de la Historia se cumple en este momento en el Empordà. Según Deulofeu están los dominadores, clase servil, pobreza, fe religiosa, fusión política y nueva clase sacerdotal. Por este motivo canta el Empordà con sus iglesias, y su esfuerzo a pesar de tener menos habitantes que otros países, lo cual pone en evidencia que aquí había una minoría intelectual que podía competir con las ciudades orientales, con talentos esclarecidos, hombres de ciencia y artistas.
El nuevo estilo nacido en el Empordà y el Rosselló se generaliza, y a partir de la mitad del siglo X, se construye con los arcos de medio punto. Mientras tanto, al resto de Europa se construye con cubierta plana hasta el año 1.050.
Sobre este aspecto, el profesor Dr. Pere de Palol, decía recientemente en una conferencia dada en Figueres: «El siglo X, se extiende sobre la comarca todo un universo a caballo del prerrománico y del románico; hecho que ha permitido a los investigadores las hipótesis más osadas. Deulofeu remarcó, al Dr. de Palol, aprovechando la ocasión, que tuvo una falta de perspectiva histórica. El Empordà y el Rosselló no serían la cuna del arte románico, puesto que si bien las formas románicas de ambas comarcas están bastante impregnadas de «genius loci», no se expandieron; permanecieron aquí y allá estériles, encogidas, amortiguadas… Y el caso es que, no solamente no influenciaron el empuje grandioso y la proyección europea de este arte, sino que, pasivamente, recibieron y asimilaron influencias de estructura estandarizada y de detalles procedentes de Europa, del Ripollés
y de la Garrotxa».
Dice Deulofeu: «Ya en 1951, al publicar el resumen «La Matemática de la Historia», y en el capítulo correspondiente al segundo ciclo de la cultura occidental lo afirmamos con las palabras siguientes:… En la parte occidental del Mediterráneo, al nordeste de la Península Ibérica, en un rincón septentrional de Cataluña, nacía la fuente inspiradora que, partiendo de un pequeño foco inicial, acabaría extendiéndose por Europa occidental con las maravillas del arte románico». (Alexandre Deulofeu: «L’Empordà-Rosselló, bressol de l’escultura romànica» («El Ampurdán-Rosellón, cuna de escultura románica»), página 7).
Deulofeu es un ampurdanés que ha puesto el listón muy alto al arte ampurdanés, desde la arquitectura, la escultura, la pintura, la música, las artes menores: desde las cristaleras hasta las miniaturas.
Deulofeu tiene tres obras especialmente dedicadas al arte: «Catalunya, origen de la pintura medieval» («Cataluña, origen de la pintura medieval»), «L’Empordà-Rosselló, bressol de l’escultura romànica» («El Ampurdán-Rosellón cuna de la escultura románica»), y «L’Empordà, bressol de l’art romànic» («El Ampurdán cuna de arte románico»). Ha escrito también un libro sobre Sant Pere de Roda, y sus observaciones se desgranan, también, en el texto de sus otros libros.
La tercera de las mencionadas obras es la más conocida, y con la pintura y la de la escultura, forman su trilogía sobre el arte, que son tres volúmenes básicos para comprender a Alexandre Deulofeu.
Mientras en la Lombardía dominaba el arte bizantino, en el Empordà nacía el nuevo estilo empezando por unas primeras pinturas hieráticas rígidas y casi extrahumanas, que irán evolucionando de acuerdo con las ansias de expansión y anhelos de infinitud hasta llegar a la plenitud de las pinturas portuguesas, holandesas, romanas y venecianas.
En la mentalidad clásica no hay ansias de infinito y de espacios ilimitados. En el aspecto pictórico la mentalidad clásica se traduce en un vivir presente. Su pintura es una pintura sin espacios; una pintura en que no existe el fondo y en que sólo hay los objetos delimitados e indiferentes al que los rodea.
A partir de su punto de origen en el Empordà-Rosselló, las pinturas murales y de sobremesa van lentamente evolucionando, las figuras van cobrando vida, va completándose el colorido, va apareciendo el relieve; asimismo el fondo se va acentuando y adquiere importancia el paisaje y la lejanía. El fondo acaba por vencer al primer plano.
La decoración mural en las primitivas basílicas orientales era con mosaico y todas ellas de una belleza exuberante. El imperio de Bizancio se encontraba en su plenitud. Las naciones occidentales eran países pobres, y no podían darse el lujo de utilizar el mosaico como elemento decorativo, y es por esta razón que se pinta directamente sobre las paredes y se emplea la pintura al fresco o al temple, en la cual queda siempre como un recuerdo del mosaico.
El románico, que es un arte catalán, empieza en el terreno pictórico, como en el arquitectónico, por el sistema más sencillo, que es el de la decoración con pinturas murales. Y Deulofeu estudia desde las pinturas de la Clusa y de Sant Martí del Fenollar, las miniaturas de la Biblia de Sant Pere de Roda, los frontales; y que en la zona entre la Tet y el Ter es el pequeño espacio territorial donde aparecen por primera vez. Durante los siglos X y XI no se conocen ni miniaturas, ni pinturas murales, ni pinturas sobre mesas de madera románicas, en ninguno otro lugar de Europa.
En el estudio de la escultura, Deulofeu deja muy sensatamente que las primeras esculturas románicas conocidas son las de Sant Pere de Roda y Sant Genís les Fonts.
La obra de Alexandre Deulofeu tiene veintiún títulos. Estos libros son en catalán, castellano, y alguno en francés, alemán e inglés. Alguno de ellos ha sido reeditado. Nuestro Deulofeu es el escritor más prolífico de la historia del Alto Empordà; junto con Josep Maria Gironella.
La intensidad del esfuerzo, y la ilusión con que trabaja impresionan. Desde joven, pasando por los días intensos de la Universidad de Montpellier, hasta ahora, no ha descansado. Tampoco desfallece porque sus teorías no triunfan. Deulofeu, trabaja tranquilo y repuesto, porque está convencido que le darán plenamente la razón.
Su entusiasmo cultural no tiene límites. La música ha sido otro aliciente en su vida. Desde la política procuró en su ciudad de Figueres una orquesta sinfónica y una ambiciosa escuela de formación profesional.
Como conferenciando su anecdotario es inagotable. Tanto por la documentación, como por el poco academicismo y rigor. Lo importante, era la teoría, la idea, la temática más que el método.
El cortijo de Ordis le ha sido media vida, pero ha sido un cenáculo importante donde ha reunido importantes personalidades, descansando de sus experiencias agrícolas que llevaba a cabo sin desmayo. También allá se revela su inteligencia y facilidad para las ciencias.
Recuerdo cuando con tanta cura se empezaba a escuchar la frecuencia modulada. Pues él descubrió que sin tantas precauciones, ni aisladores, con los hilos que corrían por tierra, por el medio de las terrones, trabajando de labrador escuchaba las emisoras, haciendo correr arriba y abajo el aparato.
Deulofeu no se podía separar de su Masía de Ordis. Los que conocían Deulofeu lo comprenden totalmente. La Masía estaba integrada a su vida y a su familia. Todo el año iba cada día. Todavía marchó el día de su muerte. Allá disfrutaba y trabajaba con un entusiasmo juvenil y alentador. Cuidaba el bosque, podando y limpiándolo, cuidaba el huerto y las plantas, proporcionaba el agua y las comodidades para los suyos, construyó una piscina y sus servicios, hacía instalaciones y practicaba varios oficios. Construyó dos confortables cabañas de madera, que eran auténticos saloncillos, tenía una importante biblioteca de dos mil volúmenes, piano de cola, violín, además del que almacenaba en la propia edificación de la Masía, cerca del poblado ibérico de Mas Castellà y de la iglesia, románica de Sant Nicolau, sobre la riera de Algama, un paraje tranquilo, donde llegan los jabalíes.
La familia se reunía alrededor del patriarca de la Masía, y los amigos siempre éramos muy bien acogidos. Desde la época de Kociemsky, Bianchi, Manuel Brunet, Puig, Reig, Artur Llopis, Marès, Junyent, hasta los de ahora, algunos de los cuales seríamos la última visita, en la cual se hizo una versión de la vida de Deulofeu, en todos sus aspectos, hasta el de violinista, en una tarde dorada, de total reposo, de gran euforia de Deulofeu, tan lejos de la fatalidad que iba a suceder pocos días después.
Un buen «homenot» («hombrón») que diría Josep Pla. Sería un tema muy largo y todavía su persona quedaría difuminada. Es un hombre tan complejo, que es difícil retratarlo en un artículo. No basta recordando la lista de sus conocimientos: química, música, arte, historia, literatura, mecánica, farmacia, física, conferenciante, periodista, violinista… con muchos de los cuales se ha ganado la vida.
En sus memorias, cuando refiere la vida de exiliado en Francia se autodefine cuando escribe literalmente:
«La multitud de oficios que me consideraba capaz de hacer, farmacia, catedrático de física y química, licenciado en química, violinista, periodista, escritor, conferenciante, chófer, labrador… sintiéndome fuerte y joven y con espíritu optimista, y además avezado con la guerra a todo tipo de dificultades, entré en Francia convencido que encontraría los medios necesarios para ganarme la vida, y no me hacía ninguna ansia marchar a América».
De aquí ya se deduce que siempre es un optimista, que nunca se asusta, y que sabe que todo se puede resolver. A su optimismo, une la calidad de saberlo contagiar a los que lo rodean. ¿Querríais conocer detalles de su viaje a las Saintes Maries? ¿O de la larga excursión a Santiago de Compostela? No os aburriríais nada. Es tan optimista y buena persona que incluso desconoce el sentido pesimista de las palabras.
Alexandre Deulofeu es hijo de la Armentera, donde nació en 1903. Muy pequeño vino a vivir a Figueres, donde todo el mundo lo ha conocido y por eso se lo tiene por figuerense. Heredó la farmacia de su padre y la continuó, hasta la muerte, en la Plaza de la Palmera.
Se licenció en farmacia y en Ciencias Químicas. Profesor del Instituto de Figueres y de la Universitat Autònoma de Barcelona. El 1937 pasó de teniente de Alcalde a la Alcaldía de Figueres. En 1939 se exilió en Francia, donde ejerció las profesiones y oficios más opuestos, volviendo a Figueres en 1947. Murió en Figueres el 27 de diciembre de 1978.
RAMON GUARDIOLA ROVIRA.
(1) Nota de los editores: Alexandre Deulofeu afirma que los imperios tienen una vida promedio de cinco siglos y medio, y no de XVII siglos, mientras que las llamadas por él civilizaciones o culturas tienen una duración de hasta tres ciclos de unos XVII siglos cada uno.