1177 a. C. El año en que la civilización se derrumbó.
Un breve resumen y comentario sobre el libro de Eric H. Cline.
1. Introducción.
El arqueólogo e historiador Eric H. Cline publicó en 2014 el libro 1177 B. C. The year civilization collapsed, que en nuestro país se tradujo en 2015 con el título, 1177 a. C. El año en que la civilización se derrumbó. El libro aborda el tema de la crisis que se produjo en torno a esta fecha en Oriente Medio cuando la mayor parte de las civilizaciones que estaban interactuando en aquellos momentos se derrumbaron. Se pone sobre la mesa cuál es el estado de las investigaciones que se han llevado a cabo hasta ahora, y las interpretaciones que se han propuesto en base a éstas. Una buena parte de las investigaciones se centran en el análisis del papel que jugaron las invasiones de los llamados Pueblos del Mar en esta caída. Desde que empezaron las investigaciones sobre el tema los diferentes autores han ido proponiendo diferentes causas como explicación de la decadencia que se produjo en estas fechas. Así algunos dieron importancia a las catástrofes naturales, otros al cambio climático y las sequías, y finalmente otros a la invasión de los Pueblos del Mar. Cline va haciendo un repaso de cada una de las causas que se han propuesto y las va valorando para determinar su validez actual. De acuerdo con las últimas tendencias Cline llega a la conclusión de que no hubo una sola causa, sino que fueron un conjunto de factores que operando simultáneamente terminaron provocando este hundimiento. Para llegar a esta conclusión, da un paso adelante al afirmar que tal vez tenemos que recurrir a la teoría de la complejidad para poder explicar lo que pasó. Según esta teoría, cuando un sistema se vuelve altamente complejo y especializado, aumenta el riesgo de que al producirse una falla en una parte del sistema se provoque una colapso general. Finalmente el libro pone sobre la mesa la similitud entre este momento (1177) y el que se produjo el 476 d. C. cuando se produjo la caída del imperio romano de occidente. Este hecho le lleva a entender que haya habido diferentes autores que hayan visto en estos hechos la justificación para ver la historia como un proceso cíclico en el que los imperios se van sucediendo con las conocidas fases de nacimiento, crecimiento, madurez, decadencia y desintegración. Un libro muy sugerente que termina planteando las grandes cuestiones que deja abiertas, como no podía ser de otra manera, pero que tiene el mérito de no rehuirlas.
2. La edad del Bronce en Oriente Medio como primer sistema mundo.
Los primeros capítulos del libro están destinados a exponer el contexto previo que se dio en los 3 siglos anteriores al momento del colapso del sistema. Se presenta la visión que tienen actualmente los arqueólogos de aquel período, como de un período donde el comercio entre los diferentes reinos configuraban una economía de carácter internacional, en muchos aspectos, más parecido al mundo actual que no lo que se pensaba hasta no hace mucho.
La edad del Bronce en el Egeo, Egipto y Oriente Próximo duró casi dos mil años, desde aproximadamente 3000 a. C. hasta poco después de 1220 a. C. Con posterioridad a esta fecha se produjo un parón espectacular en una extensa área que iba de Grecia e Italia, en Occidente, hasta Egipto, Canaán y Mesopotamia, en Oriente. Durante este período, en este primer sistema mundo como algunos lo han llamado, varias potencias estuvieron interactuando a todos los niveles. Desde el imperio Egipcio, pasando por la Historia de los hititas, el reino de Mitanni, los minoicos y micénicos y la Babilonia de los Kasitas se establecieron varias redes político-económicas y culturales que terminaron conformando un sistema que fue aumentando su grado de dependencia.
3. ¿Por qué se derrumbó este sistema mundo?
El libro intenta averiguar cuáles son los factores que provocaron el hundimiento de las civilizaciones de la Edad del Bronce. Antes de los estudios actuales había una tendencia a atribuir a los Pueblos del Mar cualquier destrucción acaecida en estos periodo. Pero dice Cline, que podría resultar excesivo atribuir sólo a ellos el final de la edad del Bronce tardío. No hay pruebas claras. ¿Llegaron los Pueblos del Mar como ejercidos relativamente organizados? ¿Eran grupos de ladrones poco o mal organizados? ¿O eran refugiados que huían de algún desastre en busca de nuevas tierras?
En la actualidad se están incorporando los datos que han ido apareciendo en las últimas décadas, pero no hay pruebas que permitan afirmar que todas las destrucciones corresponden a los Pueblos del Mar. Ni siquiera todos los yacimientos fueron destruidos de forma simultánea; ni siquiera en la misma década.
La hipótesis actual que empieza a ser más aceptada sugiere que los Pueblos del Mar se vieron obligados a abandonar sus hogares y que, al emigrar hacia el este, se encontraron con unos reinos en declive. De esta manera los Pueblos del Mar sólo fueron unos oportunistas, y tal vez se establecieron de una forma mucho más pacífica de lo que nos hemos imaginado hasta ahora.
4. Análisis de las diferentes causas y motivos que se ha apuntado para explicar este fenómeno.
En el libro Cline va exponiendo las diferentes causas que se han ido dando para justificar la caída de este sistema. Varios autores concluyen que la crisis de la Edad del Bronce coincidió con la aparición de una sequía que duró 3 siglos. Este cambio en el clima provocó la pérdida de cosechas y las consecuentes crisis alimentarias provocaron o aceleraron las crisis socioeconómicas que forzaron los desplazamientos migratorios en esta región. Estas crisis habrían afectado a los centros palaciegos que dependían de la producción agrícola. Cline recuerda que las sequías han sido frecuentes en esta región a lo largo de la historia, y que no siempre han provocado el hundimiento de civilizaciones. Por lo tanto el cambio climático con las consecuentes sequías, hambrunas, aunque influyeron en las tensiones sociales, no son causas suficientes por sí mismas para haber desencadenado el final de la Edad del Bronce.
Tampoco las pruebas arqueológicas parecen dar la razón a los que pensaban que algunas ciudades se habían hundido al sufrir ataques inesperados. Parece más probable que los crecientes conflictos internos y el declive progresivo acabaran con el asalto final contra los principales focos políticos y religiosos de las élites de las ciudades, aunque de momento no es más que una hipótesis plausible, pero no demostrada.
Otro factor que pudo haber influido fue la interrupción de las rutas comerciales con los reinos micénicos que las abastecían de cobre y estaño.
También ha quedado descartada en las últimas décadas la invasión doria desde el norte como causa del derrumbe de la civilización micénica.
Según Susan Sherratt, los Pueblos del Mar representan el último escalón en la sustitución de los viejos sistemas político-económicos centralizados propios de la Edad del Bronce, hacia los nuevos sistemas económicos descentralizados característicos de la Edad del Hierro. Se pasó de reinos e imperios que controlaban el comercio internacional en ciudades estados menores y empresarios privados que negociaban por su propio beneficio.
Para James Mulhy, en lugar de aceptar la idea de que los comerciantes privados y sus empresas socavaron la economía de la Edad de Bronce, considera la propuesta alternativa que dice que sencillamente surgieron del caos del derrumbe.
En cuanto a las tierras de los hititas tampoco se dispone de pruebas históricas o arqueológicas sobre las acciones de los Pueblos del Mar en estas tierras, aunque es razonable suponer que existió. Las verdaderas causas del derrumbe del Estado hitita parecen de naturaleza interna, antes que externa.
Según Mario Liverani la culpa del hundimiento de la cultura micénica fue debida a la concentración de poder y control de los palacios, de modo que cuando se derrumbaron, la magnitud del desastre se multiplicó. La concentración de todos los elementos de organización, transformación e intercambio en los palacios transformó el derrumbe material de los palacios en un desastre generalizado. En lenguaje actual diríamos que deberían haber diversificado el riesgo. Christopher Monroe fue más allá y dijo que la economía de la Edad del Bronce tardío se volvió inestable porque era fuertemente dependiente del bronce.
Para Cline es más probable que, en lugar de encontrarnos ante unos invasores combativos, movidos sólo por las ansias de destrucción, se tratara de refugiados que no necesariamente atacaban y conquistaban siempre los pueblos locales sino que, con frecuencia, se limitaban a instalarse entre ellos. En todo caso, es poco probable que ellos, por sí solos, pudieran acabar con la civilización en el Egeo y en el mediterráneo oriental.
5. Conclusiones sobre las explicaciones.
Después de hacer el repaso de las explicaciones que se han propuesto para explicar la caída de estas civilizaciones, la pregunta que se plantea el autor del libro es ¿por qué las civilizaciones no se recuperaron y siguieron su camino? Se han propuestos muchas explicaciones, pero la verdad es que muy pocas han aguantado: terremotos, malas cosechas, hambrunas generalizadas, invasiones masivas desde las estepas… Todo puede haber ayudado, pero no es suficiente. Cline siguiendo a Sandars propone estudiar la idea de un derrumbe sistémico, de fallo sistémica con dos efectos, a la vez dominó y multiplicador, del que ni siquiera una red internacional globalizada, tan vibrante y intersocial como la de la Edad del Bronce tardío, logró recuperarse.
Cline recuerda como Renfrew resumió los rasgos generales del derrumbe de un sistema: 1) colapso de la organización administrativa central; 2) desaparición de la clase de la élite tradicional; 3) derrumbamiento de la economía centralizada; y 4) cambios de asentamientos y declive de la población. Esta clase de hundimientos no se dan en un período breve de tiempo sino que se pueden alargar todo un siglo. Además tras el colapso habría una transición hacia un nivel inferior de integración sociopolítica y surgirían mitos sobre el periodo anterior.
6. Paralelismos con otras épocas, los fenómenos cíclicos.
Para Renfrew las características que describen el hundimiento de la edad del Bronce en el Egeo y el Mediterráneo oriental hacia el 1200 a. C. son aplicables también a la caída de los mayas, del imperio Antiguo de Egipto y de la civilización del valle del Indo. Cline recuerda que el tema y el debate sobre el colapsos a lo largo de la historia, y sobre los períodos de grandeza y caída de los imperios, y la posibilidad de que sean cíclicos, se ha retomado por otros investigadores. En los últimos tiempos destaca el trabajo de Jared Diamond.
Cline añade que de hecho, se podría defender que 1177 a. C. es, por el fin de la Edad de Bronce tardío, lo que en el año 476 d. C. fue por el fin del imperio romano occidental.
Cline especula también con la posibilidad de que la explicación basada en la caída del sistema, que él mismo propone, quizás es una explicación demasiado simplista para aceptarla como razón específica del final de la Edad del Bronce. Se atreve a proponer que para comprender qué pudo provocar el hundimiento de aquellas civilizaciones quizás tendremos que recurre a la teoría de la complejidad. Esta teoría estudia los sistemas complejos, que pueden ser fenómenos de muy diversa naturaleza pero que tienen en común el hecho de que están integrados por conjunto de objetos que interactúan entre sí. El tráfico rodado o el vuelo de los pájaros pueden ser ejemplos, pero también el comportamiento de los mercados financieros. En determinadas circunstancias los sistemas complejos pueden convertirse en lo que se llama hipercoherentes. En este caso todas las partes del sistema se vuelven tan dependientes unas de otras que cualquier cambio en una parte del sistema puede generar inestabilidad en todo el sistema.
Recuerda Cline que Sherratt ya describió las similitudes entre el mundo de la Edad del Bronce y nuestra propia economía y cultura global, en el que las incertidumbres políticas de una zona pueden afectar de forma extrema la economía de regiones situadas a miles de kilómetros.
Aunque con algunas reservas, Cline concluye que la teoría de la complejidad puede ser útil para explicar el hundimiento del final de la Edad del Bronce tardío.
El trabajo de Cline es un libro divulgativo pero riguroso que presenta las últimas aportaciones de los estudiosos del período situado al final de la Edad de Bronce en el Egeo y el Mediterráneo oriental. Descarta las causas lineales como origen del hundimiento de aquel sistema mundo y se atreve a buscar soluciones en otras ciencias relativamente jóvenes: la teoría de la complejidad. No deja de ser curioso que sean los antropólogos, que ya empezaron a utilizar hace años los agentes basados en modelos (ABM) para simular con ordenadores modelos de asentamientos y contrastarlos con las localizaciones de las excavaciones reales, que ahora sean los primeros en atreverse a utilizar otras ciencias para diagnosticar las causas de acontecimientos muy relevantes en la historia de las civilizaciones. Quizás debido a que sus fuentes son mayoritariamente en el fondo no escritas se ven en la necesidad de buscar causas objetivas. Gracias a las fuentes documentales escritas podemos conocer con más detalle lo que pasó en el pasado, pero también es cierto, como advierten los historiadores, que hay que tener mucho cuidado con ellas porque a menudo esconden los intereses y las conveniencias del que las ha escrito. Es un poco como reconstruir un asesinato sólo con las pruebas que se pueden obtener sobre el terreno sin la declaración de ningún testigo. Hay pues, que hacer un trabajo muy cuidadoso y eliminar las inconsistencias y a menudo trabajar con los conceptos de hechos más probables. Aunque es difícil hacerlo encajar todo, se debe buscar la versión más veraz, y ésta es el trabajo que hacen los arqueólogos que se describe en este libro.
Un libro totalmente recomendable que nos ayudará a situar los principales estudios sobre la época, y hacernos una idea, seguramente más correcto, de cómo era aquel mundo y cómo funcionaba.
Por último también quisiera hacer referencia a un tema que toca de paso, pero que al menos no rehuye el autor, como es la posibilidad de que los períodos de grandeza y decadencia de los imperios sean cíclicos. En este punto no se involucra demasiado dejando sólo el tema sobre la mesa. Hay evidencias de que pueden hacer pensar a los investigadores que esto ocurre, pero normalmente se acaba mirando hacia otro lado. Dado que el título del libro comienza con el número de un año permítanme terminar con otro número que es la suma del valor absoluto del número del año del título del libro y el año que el autor propone para hacer el paralelismo con el imperio romano 476. Un número muy próximo a los 1700 años que marcan los ciclos históricos de Alexandre Deulofeu. 1177 + 476 → 1653.
Joaquim Miquel.
Eric H. Cline, 1177 a. C. El año en que la civilización se derrumbó. Crítica. 2015. 352 páginas.
1177 B. C. The year civilization collapsed.
Princeton University Press.